PPK presentó su renuncia esta tarde ante el Congreso. (Palacio)
PPK presentó su renuncia esta tarde ante el Congreso. (Palacio)

Pedro Pablo Kuczynski empezó su gestión con mucho entusiasmo y hasta con una relativa expectativa de la población después de un mediocre gobierno humalista. Su discurso de asunción fue, a decir de él mismo, de esperanza, con un compromiso de lucha frontal contra la corrupción y mejoras sociales rumbo al bicentenario. Llegó con reconocimiento internacional por su trayectoria profesional como banquero y con la experiencia política de haber sido premier y ministro en diferentes carteras en dos gobiernos democráticos.

Es decir, tenía todo a su favor para hacer las cosas bien. Pero hizo todo lo contrario. Prácticamente, desde que asumió su administración, esta estuvo salpicada de denuncias de corrupción, como la de su entonces asesor, Carlos Moreno. Desde ahí se le vio el fustán cuando lo defendió apenas estallado el caso e incluso al darle las gracias por sus servicios prestados.

Ayer todo acabó. Este cúmulo de yerros, ambigüedades, silencios y mentiras en torno a sus negocios le pasaron la factura. Acorralado por los ‘kenjivideos’, que fueron la prueba de una práctica deshonesta y hasta delincuencial de comprar voluntades con tal de mantenerse en el cargo, PPK renunció. Demostrando que siempre tuvo un problema en diferenciar la esfera privada de la pública, se fue sin reconocer el conflicto generado por su vínculo contractual con Odebrecht. Se fue también sin admitir haber tenido conocimiento del trueque de obras por votos que, bajo la mesa, patrocinaron un ministro y su flamante aliado Kenji Fujimori. Se fue sin autocrítica ni mea culpa.

En lugar de eso, insistió en sus acusaciones de obstruccionismo contra la oposición, de ingobernabilidad por las reiteradas interpelaciones y censuras a ministros y a un gabinete, habló de artimañas y demolición.

PPK ha renunciado, pero eso no lo eximirá de las responsabilidades que le correspondan. A más tardar mañana, el Perú tendrá un nuevo presidente y desde ya los bloques políticos anticipan que asumirán una postura de respeto a la gobernabilidad. Serán días difíciles, pero es de esperar que el país supere con altura y responsabilidad el clima de incertidumbre y sobresalto en el que estuvo sumido por la incapacidad de los actores políticos, oficialismo y oposición, de trabajar por el país y no por sus intereses personales.

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