Osmán Morote dejó la prisión (Mario Zapata/Perú21)
Osmán Morote dejó la prisión (Mario Zapata/Perú21)

Una explosión en el salón principal de la residencia del embajador del Japón en Lima fue el inicio del fin de 126 días de terror y zozobra para 72 rehenes y todo un país que se mantuvieron cautivos por la insania de una horda de terroristas del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA).

Eran las 3 y 23 de la tarde del 22 de abril de 1997 cuando un contingente de valerosos miembros de nuestras Fuerzas Armadas puso en marcha la operación Chavín de Huántar, reconocida como una de las acciones de rescate más exitosas a nivel mundial pese a la sentida baja de dos comandos: Juan Valer y Raúl Jiménez, y del vocal Carlos Giusti.

Fueron más de cuatro meses de idas y venidas, de negociaciones infructuosas entre la llamada Comisión de Garantes, encabezada por el entonces ministro Domingo Palermo, y el grupo de 14 terroristas liderado por Néstor Cerpa Cartolini. Cuatro meses y cuatro días de amenazas a las vidas de cada uno de los rehenes y, entre ellos, del canciller Francisco Tudela, sometido a “juicio popular”, ejecuciones ficticias y maltratos, de trabajo silencioso y bajo tierra de 32 mineros, de coberturas periodísticas interminables...

Ciento cuarenta ocho comandos pusieron fin a esas largas semanas de angustia y dolor. Hace 21 años, un día como hoy, nos demostraron que su inquebrantable amor y entrega por la patria, sumados a una estrategia militar impecable, sí podían derrotar a la salvaje prédica violentista.

Hoy el país ya no solo necesita a 148 comandos, sino a sus 30 millones de habitantes comprometidos desde diferentes frentes en el combate contra el enemigo común que nos sigue rondando y que fue, es y seguirá siendo un peligro, con organismos de fachada que pretenden incorporarse al quehacer democrático, con cabecillas que siguen aterrorizando a la sociedad ya no desde la prisión, sino desde la comodidad de sus casas…

“Las ideas no se matan”, dijo el genocida Abimael Guzmán al momento de su captura, en 1992, y ante eso solo hay una respuesta posible: “Terrorismo nunca más”.

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