(PRESIDENCIA)
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El presidente Pedro Pablo Kuczynski tendrá hoy la oportunidad de aclarar sus vínculos con Odebrecht ante la comisión Lava Jato, que lo visitará temprano en Palacio de Gobierno. Tiene que ser hoy. Y el escenario es incluso mejor que el de la próxima semana, cuando deba defenderse en el Pleno de una nueva moción de vacancia.

En esta diligencia está en juego su cargo, del que no quiere desprenderse hasta 2021, que es lo que corresponde por ser el periodo constitucional para el cual fue elegido por el pueblo. Pero también está en juego la economía, las inversiones y la confianza de los peruanos. El jefe de Estado ha dicho que no tiene nada que ocultar. Es hora de que lo demuestre y debe ser ante este grupo de parlamentarios, que tiene a su cargo la megainvestigación por el caso Odebrecht.

Para empezar, el mandatario debe decirnos cómo empezó su relación con la firma brasileña, si sabía de las asesorías que realizó su firma Westfield Capital con el grupo Odebrecht mientras era ministro de Estado o presidente del Consejo de Ministros. Un último reporte de la UIF, del que damos cuenta en este diario, ratifica que hubo este paralelismo entre negocios y función pública entre los años 2003 y 2005. Se celebraron nada menos que cuatro acuerdos de asesorías entre Westfield y compañías ligadas a Odebrecht. ¿Siendo dueño de Westfield no supo que mientras era ministro su empresa celebraba esos jugosos contratos con empresas proveedoras del Estado? ¿Y cómo explica las transferencias de dinero?

Es un escenario muy difícil para PPK. Sus opositores lograron ayer 87 votos para admitir la moción de vacancia, pero ese número puede cambiar el próximo jueves, cuando se debata su destitución. Si hoy tiene respuestas claras y coherentes, podría seducir a algunos opositores y ganar algo de apoyo para seguir al mando del país. Pero si vuelve a enredarse en cifras, fechas y echarle la culpa al desorden de sus finanzas personales, pues los 87 votos podarían llegar incluso a 90. Esta vez, la ‘muralla china’ podría quedar solo en retórica si no acompaña sus descargos con elementos probatorios contundentes. Hoy no tiene margen de error.

La comisión Lava Jato, por su parte, tiene la obligación de exigir explicaciones al jefe de Estado, pero sin caer en provocaciones ni faltar el respeto a la investidura presidencial. Está en juego el país, no los protagonismos individuales.