Pedro Pablo Kuczynski en el ojo de la tormenta. (USI)
Pedro Pablo Kuczynski en el ojo de la tormenta. (USI)

Lo negó una y otra vez. Lo dijo en todos los tonos y por diferentes medios: a través de sus redes sociales, en declaraciones a la prensa, en un mensaje a la Nación. En todas esas ocasiones, el presidente Pedro Pablo Kuczynski negó tener vinculación con la constructora brasileña Odebrecht, gestora del pago de millonarias coimas a autoridades y funcionarios de la región y protagonista del más escandaloso caso de corrupción de los últimos tiempos.
En marzo pasado, cuando la entonces procuradora Katherine Ampuero le preguntó si había brindado servicios de consultoría a Odebrecht, PPK –según testimonio de la ex defensora legal del Estado– “se ofuscó y se levantó molesto del asiento”. Obviamente, no le respondió.

Ese mismo mes, en diálogo con un grupo de periodistas, aseguró que no había “recibido nada” de Odebrecht. Lo mismo repitió hasta dos veces más.

“Estoy totalmente tranquilo”, comentó. Pero a estas alturas, nueve meses después, y tras conocerse que la constructora le pagó a Westfield Capital, una empresa de su propiedad, US$782,207 por asesorías financieras de 2004 a 2007, es decir mientras ocupó altos cargos en el gobierno de Toledo, la tranquilidad del mandatario debe haberse disipado en el aire.No hay duda de que la situación del presidente es sumamente delicada. Lo entendieron así los parlamentarios de Peruanos por el Kambio Gino Costa, Moisés Guía y Guido Lombardi, quienes reconocieron públicamente que la población exige y se merece una explicación de quien hace poco más de un año asumió la conducción del país. Internamente, se dice, eran más los que opinaban lo mismo… en la bancada y en el gabinete.

La gravedad de la ‘bomba’ soltada por Odebrecht a la comisión Lava Jato empujó al mandatario a aceptar, luego de tres meses de idas y venidas, reunirse con los miembros de ese grupo. El problema es que su decisión se percibe como el resultado de un acorralamiento y no como un gesto voluntario de apertura y transparencia.

El daño está hecho y la investidura presidencial –esa que PPK señaló una y otra vez que era necesario preservar– queda, sin duda, debilitada. ¿Qué tanto? El tiempo lo dirá…