(Foto: Renzo Salazar /@photo.gec)
(Foto: Renzo Salazar /@photo.gec)

Finalmente, los equipos técnicos de las candidaturas que disputan la segunda vuelta de las elecciones presidenciales se verán las caras este domingo. Los peruanos podrán escuchar las propuestas sobre las que basan su proyecto de desarrollo y cómo fortalecerán nuestra democracia, y por encima de todo la estrategia que han diseñado para sacar al Perú de la crisis en que lo ha dejado la pandemia.

En Fuerza Popular se observa a personalidades con experiencia en gestión y promoción de la inversión privada y en el emprendedurismo, con impecables credenciales democráticas, como Carlos Bruce, Máximo San Román y Rómulo Mucho, entre otros. Un equipo afiatado, con trayectorias destacadas e ideas claras sobre la necesidad de mantener una economía abierta que favorezca la generación de riqueza y puestos de trabajo a través de la inversión privada, nacional o extranjera.

En la vereda de enfrente, tras innumerables idas y venidas, rumores, confirmaciones, reclutamientos y renuncias de última hora, se ha anunciado a académicos de izquierda que apoyan las propuestas estatistas del ideario escrito por el dueño de Perú Libre, Vladimir Cerrón, y peroradas infatigablemente en las plazas públicas –con variadas cargas de improvisación, tonos de amenaza y no pocos recules y galimatías a la hora de explicarlas– por Pedro Castillo.

Aunque a ratos parecerá seguramente un debate arcaico, superado, propio de los años de la Guerra Fría, cuando en el mundo se enfrentaba un modelo de desarrollo basado en la democracia y la economía de mercado contra otro basado en el totalitarismo, sin democracia ni libertades, y una economía estatista, el equipo de Fuerza Popular tendrá que explicar, una vez más, por qué ese segundo modelo fue derrotado y prácticamente borrado de la faz de la tierra como sistema político (salvo tenebrosas excepciones, que, si subsisten, lo hacen en un aislamiento que ha convertido a esas naciones en parias de la economía y la modernidad internacional)

Escuchar a los equipos que sustentarán y llevarán a cabo los cambios que los candidatos prometen en sus discursos es imprescindible para distinguir la demagogia de la capacidad profesional, la solidez técnica de la endeblez de planteamientos autoritarios cuyo fracaso ha sido más que demostrado por la historia.