Personas circulando por las calles durante la pandemia. (GEC)
Personas circulando por las calles durante la pandemia. (GEC)

Los ya más de 140,000 contagiados que al día de hoy nos deja el patógeno deberían recordarnos que no podemos bajar la guardia ni hoy ni mañana ni pasado mañana ni los meses que vengan de aquí en adelante, por lo menos hasta fin de año, como calculan los especialistas.

La ferocidad de este virus, para el cual –pese a lo que repitan encumbrados charlatanes– no hay vacuna ni cura conocida aún, dista de haber amainado o decrecido: lo único que por ahora logran las estrategias sanitarias desarrolladas alrededor del planeta es mitigar sus efectos con medidas de aislamiento o, sobre todo, distanciamiento social que se aplican de mejor o peor manera en cada región.

Si bien son las máximas autoridades nacionales quienes deciden e implementan las, por decirlo así, macropolíticas de bioseguridad para luchar contra la pandemia, los ciudadanos tenemos la responsabilidad de lo que serían las micropolíticas de sanidad que debemos seguir en casa y en nuestros centros de trabajo, pero también en el vecindario y en los establecimientos públicos que visitamos por necesidad, sean estos mercados, paraderos, bodegas, comercios o servicios locales.

El cuidado de nuestra salud es tarea de cada uno. Hoy más que nunca debemos llevar nuestra vida social bajo las condiciones de higiene y prudencia que exige la nueva “normalidad” de convivir el COVID-19. Si se realiza una entrega a domicilio o se trabaja con algún proveedor, debemos observar escrupulosamente los protocolos de bioseguridad, siendo exigentes con el prójimo y con nosotros mismos. Y lo mismo al recibir, como clientes, alguno de estos envíos.

Hace dos días, Pilar Mazzetti, jefa del comando que asesora al gobierno en la lucha contra el patógeno, anunció que se venían semanas difíciles. Mayor razón entonces para que tomemos conciencia de la responsabilidad que está en nuestras manos: cuidemos nuestro sistema inmunológico alimentándonos sana y ordenadamente, guardemos la distancia social –por lo menos metro y medio entre una persona y otra– y lavemos nuestras manos repetidamente.

El Estado no puede cuidarnos a todos, tiene suficiente con los que se encuentran enfermos. Ahora que el país comienza a reabrirse en lo económico y laboral, la responsabilidad la tiene cada ciudadano.