Partido de Luis Castañeda en el ojo de la tormenta por detención de cuarto alcalde de Solidaridad Nacional por corrupción. (Foto: Agencia Andina)
Partido de Luis Castañeda en el ojo de la tormenta por detención de cuarto alcalde de Solidaridad Nacional por corrupción. (Foto: Agencia Andina)

Ayer, frente a la mirada atónita de miles de limeños, el alcalde de La Victoria, Elías Cuba, cayó como parte de un operativo policial que buscaba atacar al crimen organizado. Resulta que el señor Cuba, además de ocupar el cargo de alcalde, era también el cabecilla de la banda criminal Los Intocables Ediles, dedicada al cobro de cupos y la extorsión en su propio discurso y con el poder con el que su cargo lo faculta. Mal, pésimo, vergonzoso lo de Cuba. Pero no es el primero.

Cuba es el quinto alcalde elegido por el ‘partido’ Solidaridad Nacional que termina involucrado en actos delictivos. Y cada vez que hechos como este se han suscitado, la respuesta de quienes lideran Solidaridad ha sido la misma: no se puede hacer responsable a un movimiento de las acciones individuales de ciertas personas. Bueno, lamento decirles a los amigos del partido en cuestión que están profundamente equivocados. Y es fundamental entender por qué.

Nadie pretende endilgarle la responsabilidad al partido de los posibles cometidos por sus miembros; tampoco se pretende que la culpa se haga vicaria. Sin embargo, los ciudadanos tenemos todo el derecho a preguntarle a quienes integran Solidaridad Nacional por qué es que cinco de sus líderes están hoy enfrentando procesos por delitos de alto calibre. ¿Por qué llevan a delincuentes al poder? ¿Por qué no nos piden disculpas? Es lo mínimo que nos merecemos.

Ninguno de los crápulas que termina usando el poder municipal para empacharse con prebendas y para liderar mafias habría podido llegar a esa posición si no fuera porque un partido que, teóricamente, forma cuadros para gobernar este país les abrió la puerta. Así que Solidaridad Nacional es políticamente responsable de haberle prestado su vehículo –porque ya dejémonos de cosas, de partido no tienen nada– a pillos, truhanes y canallas.

Podrán el señor Castañeda y sus turiferarios esforzarse por decir que ellos son inmaculados, impolutos y que su único pecado ha sido construir demasiadas escaleras para los pobres del mundo. Pero le toca a la ciudadanía empezar a sancionar social y cívicamente a las agrupaciones que no tienen ningún remilgo en cargar consigo a criminales en potencia con tal de poder lograr alguna cuota de poder. De hecho, somos los limeños tan culpables como ellos.

A estas alturas del partido, los solidarios amigos no pueden tapar el sol con un dedo: han llenado a los gobiernos municipales de la peor gente. Nos toca saber que por ese sol no se vota sin estar bien seguros de quién es el candidato. Que sus filtros brillan por su ausencia.