Richard Cisneros a su llegada a la sede del Palacio Legislativo. (Foto: Joel Alonzo / GEC)
Richard Cisneros a su llegada a la sede del Palacio Legislativo. (Foto: Joel Alonzo / GEC)

La escalada del caso es el mejor ejemplo de la espectacularización de la política nacional. Es un caso payasesco, secundario y frívolo al lado de las urgencias que tenemos al frente. El show que se está armando alrededor de este personaje es tan vacío como sus contratos: mientras se le dedica horas de atención, TV y radio, la mitad de peruanos no tiene idea en qué trabajará la siguiente semana y cerca de 200 compatriotas están muriendo por día. ¿Qué dice del país, que mientras eso ocurre, Swing tenga tantas portadas y minutos al aire?

Ya sabemos que Swing colaboró en la campaña de PPK y que no hay manera de comprender sus contratos con el Ministerio de Cultura que, como escribió Jaime Bedoya, corroboran el valor que el Estado le da a la cultura: ninguno. La única manera de entender sus contrataciones es como resultado del amiguismo rentado. Ahí hay material de investigación, pero cualquier oficina de control, la Fiscalía o la Contraloría están en capacidad de resolver el asunto y sancionar a los responsables.

Los contratos de Swing son inexplicables, pero la investigación en el Congreso es una pérdida de tiempo y energía que al final generará más costos que los mismos contratos bajo investigación. Las comisiones congresales pocas veces han aportado algo nuevo o valioso a una investigación en curso. Son, en realidad, puro espectáculo, como se ha podido ver la semana pasada, donde los legisladores de la Comisión de Fiscalización hicieron un papelón. Torpes e ingenuos, cayeron redondos en el redil de este personaje que, emulando a una combinación de Chibolín con el Hermano Pablo, los escueleó. Lo único que ganaron es evidenciar que nuestra representación política está herida y agonizante, y que este Congreso es digno de Swing.

Cuando salgamos de esta hecatombe sanitaria y económica, y los legisladores vean para atrás, querrán enterrar la cabeza.