El gobierno ha cometido muchos errores en la pandemia, pero uno de los más graves ha sido discriminar a los mayores de 65 años como en ningún país se ha hecho.

Encerrarlos como si fueran niños, despojándolos de su derecho al libre tránsito –que implica caminatas indispensables para garantizar su buen estado de salud–, ha sido un acto violatorio, felizmente corregido por el presidente.

Trabajo y he trabajado con personas mayores de 65 años y mis experiencias han sido estupendas. Son personas que valoran mucho su trabajo, son responsables y, en este contexto de pandemia, se han cuidado mucho más que los trabajadores jóvenes.

Trabajar con personas mayores de 65 años me ha enriquecido, he aprendido de sus experiencias y he recibido consejos a partir de sus errores, lo que me ha ahorrado trabajos y dolores.

Han trabajado conmigo militares y policías en retiro, promotoras sociales, profesionales de diversas ingenierías, personal de salud, policías municipales, fiscalizadores, abogados, educadoras, artistas y siempre he aprendido de compartir las tareas, como jefa o compañera. Siempre estaré agradecida por sus enseñanzas, entrega y compromiso. Las personas mayores de 65 años, en estos tiempos en que la esperanza de vida ha aumentado, nos exigen garantizar su inclusión en todas las actividades sociales y, claro está, en plena pandemia con mucho cuidado. Y ojo, cuidado que no tienen los jóvenes.

En una sociedad marcada por el culto al cuerpo, a la belleza y a la juventud, el Estado debe proteger de toda discriminación a las y los ciudadanos mayores, porque finalmente “de tanto florecer te vas marchitando”. Como dice el huayno: Adiós juventud, vida pasajera.

TAGS RELACIONADOS