(USI)
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¿Y si las preguntas de las próximas encuestas las propusiera la gente? ¿Y si los vecinos tuvieran reuniones con los funcionarios municipales, en grupos y semanalmente, para conocer a fondo los problemas de su barrio y sugerir alternativas impensadas? ¿Y si los partidos políticos, antes que máquinas electorales, fueran animadores sociales dedicados a ayudar a los ciudadanos a darle forma a sus intereses inmediatos y trascendentes? ¿Y si de forma anual se convocaran ancianos para escuchar sus apreciaciones acerca de esos temas que hoy nos dividen y no nos dejan avanzar? ¿Y si el sistema educativo preparara a los ciudadanos para ese futuro que no sabemos qué forma tendrá escuchando a los escritores de ciencia ficción que lo anticipan siempre con tanto detalle?

¿Y si los académicos de las universidades también se propusieran temas de investigación que respondan a los problemas que tienen las empresas, las oficinas estatales, los gremios, las asociaciones civiles, en fin, las organizaciones donde hay gente que busca crecer decididamente? ¿Y si la prensa encontrara temas relevantes para la vida de la gente a partir de entrevistas calmadas a niños, jóvenes y maestros? ¿Y si los empresarios que apoyan proyectos de responsabilidad social vivieran un mes en esas comunidades antes de aprobar esos proyectos? ¿Y si los publicistas leyeran por lo menos un libro de historia o de poesía antes de diseñar una campaña?

¿Y si los políticos se plantearan llegar a presidente o alcalde como última estación después de haber pasado por algún ministerio, el Congreso, un consejo o gerencia municipal o cualquier institución pública? ¿Y si la gente tuviera derecho a elegir a sus autoridades solo si ha pagado impuestos y no tuviera ningún proceso abierto en el Poder Judicial? ¿Y si las personas se preocuparan en rebotar noticias o informaciones que han sido previamente revisadas por ellas mismas? ¿Y si los reporteros de prensa se sintieran obligados a preguntar tres minutos después de haber escrito correctamente sus preguntas?

¿Y si relajadamente limitáramos el uso de aparatos en los niños hasta los 6 años? ¿Y si usáramos ese tiempo con nuestros hijos para aprender a dibujar, improvisar cuentos, inventar canciones o cualquier otra actividad creativa? ¿Y si todos los estudiantes hicieran trabajo social obligatorio? ¿Y si todos los padres y madres de familia dedicaran horas de voluntariado para mejorar las escuelas de sus hijos? ¿Y si nos demoráramos 30 segundos antes de iniciar el raje sobre los demás? ¿Y si los consumidores también aprendiéramos a reciclar, compartir o hacer trueques? ¿Y si los peruanos hiciéramos al final del día un balance de nuestra práctica de las reglas básicas de convivencia? ¿Cómo sería? ¿Qué pasaría?