El Parque del Amor en Miraflores es otro de los monumentos cuestionados por la población. (Internet)
El Parque del Amor en Miraflores es otro de los monumentos cuestionados por la población. (Internet)

No somos de celebrar San Valentín. Mejor es quedarse en casa para evitar el horrible tráfico, los restaurantes repletos y las largas colas de por aquí o más allá. Si festejamos, nos quedamos en casa, con su vinito respectivo, lejos del bullicio y el caos. Pero hace unos años se nos ocurrió algo divertido.

Decidimos ir al centro del movimiento, al mismísimo Parque del Amor. Y fue hermoso. Fue un domingo multiplicado por tres. Parejas de todos los tipos. Familias grandes y pequeñas. Jóvenes eufóricos. Vecinos abrazando a sus mascotas. Vendedores de flores o de globos en forma de corazón.

Turistas fotografiando todas estas escenas propias de un carnaval. Entonces, aquella vez, mi chica y yo nos tomamos una foto al lado de El Beso de Víctor Delfín y la publicamos en el Facebook. Tuvimos más “me gusta” que de costumbre. Desde aquella vez hemos vuelto un par de veces. Siempre bonito. Sin embargo, lo que vimos antes de ayer fue supremo. En vez del acostumbrado evento musical, creímos encontrar una ceremonia de matrimonio colectivo. Me llamó la atención que no se realizara en el Parque Reducto, pues allí suele organizarlo la municipalidad. Pero esto era otra cosa. Se trataba de una boda masiva simbólica promovida por la Red Peruana LGTB. Fue simbólica porque en nuestra sociedad, a diferencia de otros países, todavía no es legal. Fueron 20 parejas que manifestaron públicamente su compromiso y, al mismo tiempo, hicieron notar que, mientras que el amor no discrimina, nuestras leyes lo siguen haciendo.

El equipo de Serenazgo de Miraflores hacía su chamba, seguramente estaban listos para atender algún desborde o protesta. Todo tranquilo. El ambiente era sinceramente celebratorio. Miles de personas observaban eso que suelen ver solo en las películas o las series de televisión. Ante el “sí” de cada pareja, los aplausos. Y también los pedidos de “¡beso, beso, beso!”. Una fiesta civil. Mi hijo me pidió que lo cargara para no perderse los detalles y puso la misma cara que ya le he visto antes: “No entiendo por qué para ustedes esto es una novedad, pa”. Es verdad, para nosotros lo sigue siendo.

Que el nuevo alcalde distrital no haya arrugado. Que mi vecina mas tarde me haya dicho: “Un salud por esos chicos y chicas…”. Que la Red amplifique en Miraflores su iniciativa sin roche. Que yo le encuentre un nuevo sentido al día del amor y la amistad. Todo bien. Parece que estamos avanzando. Porque sin derechos no hay igualdad.

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