¿Otra vez un plan metropolitano? (GEC)
¿Otra vez un plan metropolitano? (GEC)

Lima es una urbe colapsada. Para comprobarlo no es necesario consultar a especialistas. Basta con vivir en ella. Aunque es verdad que no existe consenso social acerca de cómo debemos arreglar este desastre. Una ciudad que multiplicó por diez su población en medio siglo. Una ciudad que fue desbordada por las imparables migraciones y la escasa planificación urbana. Una ciudad que, en gran parte, se desarrolló de forma espontánea, levantada gracias a la autoconstrucción y al punche de antiguas organizaciones vecinales, pero que no sabemos si resistirá un gran terremoto.

Una ciudad que cedió a una cultura de la informalidad que, bien vista, se levantó como una respuesta vigorosa al abandono institucional y a la negligencia de nuestras élites económicas y políticas.

Una ciudad donde transitar es inhumano. Donde los ciudadanos pierden tres horas diarias –en promedio– para ir y venir al trabajo debido a un transporte público anárquico. Que cuenta con un transporte motorizado ineficiente, que apenas va a 20 km/h en promedio y derrocha irracionalmente frenos y combustible. Un sistema vial desintegrado que tiene al automóvil particular como prioridad en vez de al peatón y al transporte no motorizado. Un tráfico donde nadie cumple las reglas y prima la violencia cotidiana.

Una capital de un país centralista que alberga a un tercio de la población nacional y produce el 45% del PBI debería dar cuenta de las mejoras que el Perú ha logrado en las últimas dos décadas. No es así, obviamente. Lima no tiene un servicio universal de agua y saneamiento. La seguridad ciudadana es una desgracia. Los espacios públicos son precarios. La infraestructura social sigue siendo deficiente. Es una ciudad de arquitectura mediocre y urbanismo subdesarrollado.

Una ciudad de 9.5 millones de habitantes –según Censo 2017– subdividida en 50 distritos (incluidos los del Callao) no se puede gestionar bien. Las decisiones de alcance metropolitano son inviables y las ineficiencias son incalculables. Por eso, a nadie debería sorprenderle que la suma de anomia social y fragmentación institucional den como resultado esta polis de personas a la defensiva que viven detrás de todo tipo de rejas. Pues bien, se acaba de constituir un nuevo Consejo Consultivo para la formulación del Plan Metropolitano de Desarrollo Urbano Lima-Callao 2021-2040. Debería ser una buena noticia ante esta desastrosa realidad. El problema es que hace cinco años se entregó un plan a 2035 que costó mucho tiempo y dinero, también elaborado por el mismo gobierno metropolitano. Así que no queda claro cuál es la justificación para repetir el esfuerzo cuando lo que falta, con urgencia, es ponerlo en práctica. ¿No será que carecemos de una inmensa vocación transformadora y pedagógica? ¿No será que nos falta liderazgo político y social?

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