Paolo Guerrero y Jefferson Farfán lideraron el ataque de la selección peruana este sábado en Gotemburgo.
Paolo Guerrero y Jefferson Farfán lideraron el ataque de la selección peruana este sábado en Gotemburgo.

Si la selección gana. Persistiremos en este viaje hacia arriba. Invictos. Delirantes. Nuestras expectativas seguirán tres puntos más adelante que las reales posibilidades de la selección en este Mundial. El próximo jueves nos enfrentaremos a los franceses sintiendo que podemos realmente doblegarlos. Renegaremos del flaco Gareca, a pesar de su 99% de respaldo popular, si manda al equipo a plantarse atrás, como bien lo hizo ante Argentina y Colombia en las Eliminatorias. 

Seguiremos, pues, relativizando nuestras limitaciones. Puro voluntarismo. Pura camiseta. Sentiremos que lo podemos todo aunque el país siga tomado por la ausencia de liderazgo y la corrupción cotidiana. Si la selección gana, Perú gana.

Si la selección empata. Seguiremos entusiasmados, aunque naturalmente nerviosos. Nos jugaremos la mitad del ticket a los octavos contra Francia y Francia es, nada menos, uno de los candidatos para alzar la copa FIFA. Sentiremos que la cuerda floja se estirará otra vez y deberemos cuidar ese precario equilibrio, ese que podemos perder en un instante de distracción o mala suerte. La selección de Dinamarca, dicen los entendidos, es mejor que la del Perú, así que un empate no sería mal negocio.

Pero queremos más, pues sentimos que estamos para sorprender a todo el planeta. Con el empate, nuestra esperanza, esa que hace que el país finalmente no sucumba ante la mediocridad de nuestras élites, seguirá siendo intensa, altiva, desproporcionada. Ojalá que ese pundonor que mostraremos en el Mordovia Arena lo vivamos en el Perú aún más fuerte para que, por fin, por ejemplo, más niños no mueran de frío en Puno.

Si la selección pierde. Temblaremos tomados por la duda, por la amenaza de que todo esto haya sido un sueño injustificado. Los mayores de cuarenta años no querremos sentir que volvemos a esa maldita caída, a ese viaje en picada donde el fracaso colectivo se nos pega en la frente. Mientras que los más jóvenes, felizmente, reaccionarán con sincero entusiasmo, convencidos de que el Perú sabe crecer en los momentos más difíciles. 

Que podemos contra todo si le ponemos ganas. Entonces, el país se dividirá entre la cantada derrota y el terco optimismo. Nadie quiere este resultado, lo sé. Si perdemos, el Perú se quedará suspendido. Ojalá nos vaya muy bien esta mañana.

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