Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú. La entrada general para adultos será de S/. 10.00 en el 2019, mientras que para estudiantes de educación superior será de S/. 1.00, al igual que para alumnos menores de edad y niños. (Ministerio de Cultura)
Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú. La entrada general para adultos será de S/. 10.00 en el 2019, mientras que para estudiantes de educación superior será de S/. 1.00, al igual que para alumnos menores de edad y niños. (Ministerio de Cultura)

¿Por qué no van? ¿Por qué la gente que se anima a visitarlos, no regresa más? ¿Por qué los peruanos que visitan museos en el exterior no van a los nuestros? Las cifras son contundentes. Un estudio de la ONG Lima Cómo Vamos muestra que solo el 16% de limeños había visitado un museo o galería el último año.

Una investigación (citada al pie) muestra que la idea que tienen los limeños sobre la “cultura” es decepcionante. Para unos alude a disciplinas artísticas dirigidas a un público elitista y especializado. Para otros, “cultura” denota una actividad aburrida y obligatoria. Tal como sucede en la educación básica tradicional, la mayoría de peruanos no puede imaginar que exista entretenimiento en el mundo del conocimiento y las artes. Antes que placer, la cultura los remite a formalidad.

No es casual, gran parte de la oferta de museos y centros expositivos tiende a ser formal. En estas épocas de intensa interacción digital, donde se valora la experiencia antes que los dictados, las vitrinas de nuestros museos no conectan con la cotidianidad y las preguntas más intensas de los peruanos. Por eso no vuelven, porque no les resultan significativos.

El estudio muestra, además, que en nuestros museos predomina un modelo de gestión artesanal, mientras carecen de recursos y de vocación mercadotécnica. Y esto sucede porque son espacios tangenciales del trabajo de investigación, preservación y recuperación del patrimonio cultural. Los museos se abren para que el público interesado tenga la oportunidad de acercarse al trabajo académico. No buscan a la gente, la reciben pasivamente. El problema es que, así, estas instituciones no pueden sostenerse. Sobreviven. Se vuelven anacrónicas.

Cambiar el chip para encontrar la hermosa intersección entre el mundo académico y la curiosidad popular implica una voluntad política sostenida y a contra corriente. Y mucha audacia. Ejemplos hay cerca del Perú (Medellín, Quito, etc.). Se necesita pensar propuestas, servicios y productos que abran esas cajas negras llenas de potenciales estímulos simbólicos. De la caja negra, al patio abierto. Del elitismo, a la apropiación social del conocimiento. El reto está planteado. Más aún en un país que tiene una exquisita biodiversidad y un inconmensurable patrimonio material e inmaterial. Nos los debemos todos.

Para los interesados: Hacia un Museo Sostenible (MALI, MAC, CCE y Fundación Telefónica, 2018). Existe versión PDF gratuita en Internet.

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