(USI)
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Los resultados de las encuestas electorales no cambian sustancialmente desde hace tres meses. Considerando el margen de error estadístico, nada se ha movido. Algunos pensamos que después del Mundial se calentaría el ambiente, pero la displicencia sigue tiñendo a la capital. Los primeros (Reggiardo, Belmont, Lay, Urresti, etc.) son, en realidad, los más mencionados entre los coleros, pues el primer lugar sigue siendo el de los indecisos, que no bajan del 20%.

Que estos candidatos no suban ni bajen, tomando en cuenta que estamos a escasas siete semanas de la elección, quiere decir que están estancados. Algunos analistas atribuyen esta parálisis a la dispersión que produciría el alto número de candidatos. Sin embargo, ya antes hemos tenido elecciones con más de 15 aspirantes y a esta altura ya estaba bien perfilada la competencia entre dos o tres candidatos. Lo que pasa es que ninguno es realmente atractivo.

Otros analistas sugieren que esta frialdad es una respuesta al caldeado ambiente político nacional. Puede ser. Pero si recordamos las elecciones anteriores, también encontraremos desconfianza… y pragmatismo. Sin ir muy lejos, en la anterior, Castañeda fue elegido a pesar del extendido eslogan “roba pero hace obra”. Insisto: estos candidatos no generan entusiasmo. Que Belmont regrese de las catacumbas y Lay persista, dice mucho. Que Reggiardo y Urresti estén en la lista, da cuenta de cierta desesperación callejera. Que Cornejo, Columbus y Castañeda Junior estén hundidos, confirma la debacle de sus referentes políticos. Y en los distritos de Lima, la cosa está igual o peor. Cada cartel publicitario es un llamado al aburrimiento o al ‘meme’.

Es probable que el escenario se modifique muy pegado al domingo 7 de octubre. Cuando la gente no encuentra candidatos a los cuales atribuirles sus expectativas, recién se decide dos semanas antes o, inclusive, 48 horas antes, siguiendo las recomendaciones de amigos y familiares. Eso ya está estudiado. Y los candidatos que ahora aparecen tímidamente tendrán, de pronto, alguna opción. Y más quienes tengan un mensaje de confrontación con el statu quo. Y más quienes tengan alguna experiencia de gestión exitosa, no importa si es pequeña, lo importante es que dé para la conversa esperanzada, en medio de la cola, poco antes de marcar la cédula electoral.