Martín Vizcarra indicó que se encuentra a favor de los proyectos de inversión privada pero que tengan el respaldo de la población. (Foto: Anthony Niño de Guzmán / GEC)
Martín Vizcarra indicó que se encuentra a favor de los proyectos de inversión privada pero que tengan el respaldo de la población. (Foto: Anthony Niño de Guzmán / GEC)

El gobierno que aparece fuerte frente al Congreso aparece débil ante los gobernadores del sur. ¿Por qué? Ahora sabemos que no era difícil abatir al Legislativo. Es una entidad desprestigiada por mérito propio, que alberga a una clase política desahuciada e infiltrada por mediocres y delincuentes. En cambio, los gobernadores del sur y los alcaldes provinciales de Islay parecen representar a una contundente ciudadanía que rechaza la institucionalidad estatal y sus normas. Así, un gobierno consciente de su precariedad social no solo llegó tarde al conflicto, sino que arrugó frente a una protesta con clara vocación violenta.

Cuesta entender que ese Ejecutivo que obtuvo una abrumadora mayoría en el referéndum que convocó, el mismo que propuso adelantar las elecciones generales provocando el aplauso general de la blanquirroja, tiemble ahora frente a un grupo de autoridades subnacionales que abandonan su responsabilidad gubernamental mientras se suben a la ola de la protesta social. Si “el Perú está primero”, cuesta entender que Vizcarra baje la cabeza frente a políticos que siguen el camino del disminuido Gregorio Santos: preocupados por sus carreras políticas, no están liderando alternativas que dinamicen sus territorios, aprovechando sus recursos, atendiendo, por fin, las elementales demandas de quienes –se supone– representan.

La traicionera filtración de los audios ha puesto al gobierno en una posición muy difícil. No podía suceder de otro modo si vemos a un mandatario que no exige a sus interlocutores la mínima consistencia que merecen las “denuncias” técnicas y regulatorias que dicen traer. Peor aún si sentimos que no le ha exigido al concesionario el voluntarismo social que un proyecto como Tía María demandaba. Lo que espera la ciudadanía es que el Estado esté de su lado y haga todos los esfuerzos para que la gran inversión realmente se despliegue a favor del país y las comunidades que la rodean.

El solitario Vizcarra está contra las cuerdas. En vez de abrir la cancha para dirigirse pedagógicamente a la gente, tal como lo hizo frente al Congreso, optó por pactar a escondidas con estos líderes sin propuesta programática. En vez de buscar el consenso regional y aislar a los revoltosos, se precipitó cayendo en la trampa de sus exaliados del sur. Solito cayó en la evidente trampa.

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