El fujimorismo está en crisis. Tal vez a muchas personas esta afirmación les parezca una exageración pues consideran que: i) es el partido con más arrastre popular, ii) es tan relevante que la política nacional se divide entre fujimoristas y no fujimoristas, iii) llegó a las finales en las últimas dos elecciones perdiendo por poco, iv) cuenta con una mayoría congresal contundente, v) es el único partido de masas organizado, vi) el liderazgo de Keiko ha sorteado todo tipo de embates externos e internos y vii) se fundamenta en la narrativa exitosa y vigente de un presidente que pacificó al país y realizó aquellas reformas que permitieron el crecimiento de las últimas décadas.

Sin embargo, se deben tomar en cuenta las siguientes evidencias. Keiko viene cayendo en popularidad a un ritmo sostenido (tiene alrededor de 18% de aprobación a nivel nacional y hace año y medio tenía 20 puntos más). Su único competidor interno, su hermano Kenji, ha caído en desgracia junto a su cuasibancada. Sus presidencias en el Congreso han llevado a la institución al piso de las encuestas (por debajo del 10%). El patriarca Alberto ha aclarado que dedicará el resto de su vida a unir a su familia (pero es probable que, en realidad, se haya apurado en anunciar su jubilación política para evitar que los jueces lo regresen a la cárcel).

Hay más. La lista de congresistas fujimoristas cuestionados administrativa y penalmente crece sostenidamente. Su candidato municipal en Lima, tal como va la campaña, acaso termine subsumido entre los coleros (y probablemente algo parecido suceda en el resto del país). Los audios que vienen alborotando a la opinión pública estas semanas tienen por protagonistas a connotados integrantes del fujimorismo congresal y no congresal, orgánico y simpatizante. Keiko tiene todavía por sortear las investigaciones del Ministerio Público. Y, finalmente, en la última encuesta de GfK, el 46% piensa que el fujimorismo congresal tiene problemas de corrupción y el 45% que solo se fija en sus intereses (compartiendo estos atributos con el Apra y ningún otro grupo más).

Así, los keikistas deben estar analizando si el 2021 se les va de las manos. Si esta tendencia continúa, pronto perderán congresistas y aliados claves. Y en menos de cinco años, habrán destruido, cuando tenían todo a su favor, las posibilidades de ganar el gobierno y cobrarse una revancha histórica.

TAGS RELACIONADOS