Las elecciones municipales y regionales se llevarán a cabo este 7 de octubre. (Foto: USI)
Las elecciones municipales y regionales se llevarán a cabo este 7 de octubre. (Foto: USI)

Lo que más llama la atención de la encuesta de Datum publicada ayer es el número de gente que piensa votar viciado en las próximas elecciones municipales en Lima.

Casi se ha duplicado y ahora suma el 15% de los electores. Y los indecisos suman otro tanto. Así, los que aún no encuentran candidato siguen ocupando el primer lugar en las encuestas con 30%. Nadie sabe qué marcar y menos a quién recomendar.

Más atrás, Reggiardo sigue claramente estancado con el mismo puntaje de hace unas semanas (19%). Mientras que Belmont y Urresti incrementan su intención de voto, aunque sin pasar cada uno del escaso 10%. Son conocidos, hacen bulla, pero hace rato no encandilan a la gente, menos a los sectores medios y altos.

Entiendo que estas elecciones son tercamente aburridas y que necesitamos de novedades para salir de la displicencia ciudadana. Pero bien harían los colegas periodistas en tomar en cuenta lo que dicen estas cifras y no tratar a los “estancados” como si fueran los “punteros” de una carrera que aún no se inicia a escasos treinta días de las elecciones.

Mi hipótesis es que, si este marasmo continúa, el ganador será aquel desconocido que se saque el ticket de la casualidad y la empatía. En esa lista, acaso están quienes tienen experiencia municipal (Velarde, Muñoz, Zurek) o de gestión pública (Cornejo, Guerra García, Beingolea).

Nos toca, pues, promover un debate provechoso sobre las radicales soluciones que se merece una ciudad caótica, entrampada e insegura como la nuestra. En Perú21, felizmente, se viene entrevistando a todos, sin distinciones. Y otros diarios como El Comercio vienen promoviendo debates interesantes con especialistas. Pero todavía es insuficiente.

Felizmente las entidades electorales vienen reduciendo significativamente el rechazo popular que alcanzaron hace unos meses. La Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE) viene mejorando su valoración en la ciudadanía después de los cambios realizados en su dirección y en su equipo de profesionales.

Mientras que el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) se mantiene con una aceptación satisfactoria. Esta recuperación es fundamental para contar con la legitimidad social que requiere cualquier proceso electoral, especialmente ahora que (casi) todos los políticos están quemados y las instituciones públicas tienen los mayores niveles de desconfianza ciudadana.