Desafíos del mercado central de San Pedro. (Google Maps)
Desafíos del mercado central de San Pedro. (Google Maps)

Siempre que paso por Cusco, me doy un tiempo para visitarlo. Si uno quiere conocer una ciudad o un pueblo desde adentro, debe visitar el mercado, la plaza, la escuela y el cementerio. Si le falta tiempo, el mercado reúne casi todas las características de los demás. Y el de San Pedro es el alma de Cusco.

En tres décadas casi todo ha cambiado allí, a pesar de la ingenua mirada costumbrista. Para comenzar, ahora está repleto de turistas de toda clase y su oferta es más panandina que antes. Tejidos de Ayacucho, quesos surandinos de marca, artesanías ecuatorianas, banderitas latinoamericanas; en fin, una amplia variedad cosmopolita. Allí se cumple la idea de que estamos en el centro del mundo.

Sin embargo, la afluencia creciente de turistas está provocando que el mercado central se convierta en una gran feria de artesanías. Gran problema si debe cumplir con su misión de mercado de abastos. Y, por otro lado, su falta de mantenimiento no solo pone en riesgo la seguridad de sus visitantes sino su propia sostenibilidad. En 2025 cumplirá cien años y no debería seguir colapsado: la luz, el agua, la distribución del espacio y, principalmente, el sistema de saneamiento, todo funciona con inocultable precariedad.

En 2013 el gobierno provincial intentó impulsar un proyecto de inversión pública para remodelar el mercado y recuperar su valor monumental (la parte más antigua fue diseñada por Gustave Eiffel). Después de la aprobación de Proinversión del análisis de factibilidad, algo absurdo debió suceder pues el lugar sigue en su propia inercia. Desafío urgente, considerando que el de San Pedro se ha convertido en uno de los principales activos de la capital turística del país (todas las guías internacionales lo recomiendan por su riqueza y originalidad) y debe cumplir, al mismo tiempo, su papel de mercado central.

Un buen jugo o un contundente caldo de gallina antes de salir a trabajar. Un completo huevo frito con arroz para el almuerzo. Un imprescindible medio kilo de sal de Maras (cuesta 20 veces menos que en Lima). Unas harinas de maca, cañihua o kiwicha. Un tantawawa. La quinua a precio justo. Y los chocolates. Y las plantas medicinales. Y una preciosa nata de leche con pan. Kapchi de setas. Tarwi con saltado. O las famosas lawas y chupes. Uf. Ah. San Pedro, siempre generoso e imperdible.

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