Crisis en las alturas y displicencia popular. (CésarCampos/Perú21)
Crisis en las alturas y displicencia popular. (CésarCampos/Perú21)

Nunca como ayer el divorcio entre la clase política y los ciudadanos ha sido tan evidente. Mientras en el Congreso hierve el ambiente a favor de la vacancia presidencial, en las calles la vida sigue igual. Mientras los analistas nos agitamos imaginando los escenarios posibles después de la decepcionante aclaración de Kuczynski, los demás peruanos están tomados por asuntos que les resultan más relevantes, como el pésimo tráfico de diciembre, las irrenunciables compras navideñas y las celebraciones amicales y laborales de fin de año. A diferencia de las vacancias de Fujimori en el 2000, de De la Rúa en 2002 y de Dilma Rousseff el año pasado, que vinieron empujadas por amplias protestas populares, en el Perú de hoy la crisis política nacional no es nacional, ni tiene ningún correlato social.

Apenas sucede en las alturas. La verdad es que la vacancia por incapacidad moral no necesita ninguna justificación elaborada, es estrictamente política.

Basta que las bancadas congresales señalen que la innegable deshonestidad de PPK ha hecho inviable su gestión, afectando la gobernabilidad. Pedirles a los políticos que actúen pensando en la suerte inmediata del país es absurdo.

Ya sabemos que cada quien se está jugando su propio interés, tal como suele suceder en los asuntos del poder aquí y en otras partes del mundo. Los fujimoristas juegan en un amplio tablero que incluye al debilitado gobierno, al amenazante Ministerio Público y al decisivo Tribunal Constitucional. Los izquierdistas, por su lado, están calculando cómo aprovechar las probables elecciones generales pues unos están listos para postular inmediatamente (TyL) y los otros, en estas condiciones, quedarían fuera (NP). Y los apristas están maquinando desde hace mucho tiempo cómo blindar al jefe y a los suyos para no hundirse en esta imparable ola que muestra a casi todos los actores políticos agarrados de uno de los tentáculos de Odebrecht. ¿Qué pasará si procede la vacancia? Tal vez casi nadie extrañe a PPK, su baja popularidad y su débil liderazgo ya lo habían convertido, lamentablemente, en una contingencia. ¿Se imaginan al pueblo saliendo a las plazas para defenderlo? ¿Qué pasará si uno de los vicepresidentes asume el mandato?

Tal vez continúe este descalabro entre Ejecutivo y Legislativo, evidenciándose una vez más la incapacidad de la clase política para conducir al país por el camino del progreso y la estabilidad institucional. ¿Qué pasará si se convocan a nuevas elecciones generales en seis meses y solo postulan los partidos actualmente inscritos? Tal vez la displicencia electoral de la gran mayoría de compatriotas evidencie que la incapacidad moral no solo es la de Kuczynski sino de todos los políticos que hoy denuncian en el presidente lo mismo que se denunciará de ellos próximamente. Están todos quemados.

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