PPK
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1. Esto recién comienza. El analista que diga que la cosa es irreversible, se adelanta. La declaración de indulto fue como el inicio de un juego de billar.
La bola blanca movió a todas las demás en distintas direcciones. No sabemos cuáles empujarán a las otras ni cuáles caerán primero. Cada nuevo destape o declaración, cada nuevo actor o tramoyista que se suma a la coyuntura puede agravar la situación.

2. Es verdad que el Gobierno, desde la temprana salida de Saavedra, coqueteaba cada cierto tiempo con la idea del indulto. No por razones humanitarias sino políticas: se buscaba dividir al fujimorismo para romper este empate entre poderes del Estado. Al final, se ejecutó políticamente, pero el resultado fue inverso. El fujimorismo, a pesar de sus aparentes disputas internas, estaría a punto de comerse al debilucho gobierno de PPK.

3. Las marchas de protesta estaban cantadas, bastaba con considerar al espíritu antifujimorista que le quema el pan electoral a Keiko seguidamente. Pero dado que en el país no hay recesión ni creciente desempleo, las manifestaciones callejeras no parecen tener la fuerza suficiente para arrastrar a la masa y, ahora sí, vacar al mentiroso presidente. En estos días ha habido más gente en los centros comerciales y los parques zonales que en la plaza San Martín. No lo digo con cinismo, solo constato esta rotunda realidad.

4. La crisis puede escalar, depende de cómo reaccione la institucionalidad internacional de derechos humanos. Y qué perfil tenga el nuevo “gabinete de reconciliación”. Y cómo se resuelva el juego de tronos fujimorista. Y qué mensaje ofrezca el Papa. Y qué fuerza tomen las investigaciones del Ministerio Público sobre cada tentáculo de Odebrecht. Y qué novedades nos traiga la escasa prensa de investigación existente. Y cómo reaccionen los políticos ante cada rebote en este juego de billar que es la política peruana.

5. Esta es una desgracia más en nuestra República de mentira. Dos ancianos que hablan de la gobernabilidad y la reconciliación cuando lo único que buscaba uno era tapar sus negocios y, el otro, salir por fin de la cárcel. Una clase política desnuda en su torpeza, corrupción y oportunismo. Una sucesión de gobiernos que ganaron con el voto antifujimorista y resultaron tan jodidos como el propio fujimorismo. Una ciudadanía que tal vez despierte de su displicencia cuando esta crisis degenere y comience a afectar su vida diaria (allí no habrá mundial que nos distraiga). Nada está dicho todavía en este juego de billar donde no queda claro si alguien está manipulando los tacos o si sencillamente se trata de un juego de tómbola en el país de la conchudez y la improvisación. Bienvenido, 2018.