Primero. Para comunicar hay que escuchar. Parece obvio. No lo es en la política, las redes y la vida familiar o comunitaria. Comunicar es conversar. Solo escuchándolo, el interlocutor se siente reconocido y es posible conocer sus expectativas. Representar es, valga lo conocido, canalizar los sueños de la gente y llevarlos más allá, según el programa propuesto.

Segundo. Las campañas deben ser colectivas, tanto en mensaje como en imagen. Pero el voto preferencial debilita a las organizaciones y a las futuras bancadas. Hace tres décadas que venimos con este sistema provocando partidos de alquiler, oportunismos deplorables. No se fíe de las preferencias individuales en las encuestas. Por lo general son nimias. Los partidos sacarían más como colectivo. Sin embargo, buscan locomotoras en una sociedad que ya funciona como red.

Tercero. Una idea, no varias. Se escucha cada tontera para un periodo de menos de año y medio. El problema es que no hay campañas claras porque no hay propuestas claras. Encima, el voto preferencial genera dispersión. Por eso, la gente no sabe a quién mirar porque no hay oferta distinguible ni diferente. Un buen chorro moja más que cinco.

Cuarto. Una campaña nacional posiciona a un partido fuerte. Proyecta una gran cobertura, una posición doctrinaria sólida. Cuando cada candidato tiene su imagen y eslogan, se destruye esto. Por eso, en las encuestas, la gente elige candidato antes que lista. Como a médico en vez de clínica. Antes un partido usaba el mismo afiche para todos sus candidatos en todo el país y eso comunicaba algo: que era una organización nacional. Amplia y sólida.

Quinto. Trabajar con jóvenes. Conocen intuitivamente la sensibilidad de la época. Tanto lo efímero como lo trascendente. Manejan las redes con naturalidad. Y tienen el sentido de humor, antídoto contra la desconfianza reinante. Los rollos predominantes son anacrónicos, aunque usen la palabra “cambio”.

Colofón. Nuestra clase política es pobre porque nuestra sociedad civil es pobre. No hay escuelas políticas. No hay otro entrenamiento que no sea el caudillismo, la pendejada, la corrupción. Dime si tu organización respeta las reglas, trabaja en equipo, escribe sus propuestas... y te diré si vale la pena. Y si está lista para representar con solvencia. La publicidad de espejismos tiene patas cortas y es inmoral. La comunicación potente es la comunicación sincera.

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