El brigadier y las inmaculadas.
El brigadier y las inmaculadas.

La semana pasada circuló en las redes una publicidad de un colegio religioso. Gran discusión. ¿Qué se veía? Un retrato grupal de primaria. Un niño al centro y siete niñas flanqueándolo. El niño con un cordón de brigadier o policía escolar, vestido de camisa y corbata, con los brazos cruzados, sonriendo. Las niñas en postura tres cuartos, con las manos en la cintura, también sonriendo. ¿Qué quiso decir el colegio con esta imagen? Tal vez que su propuesta educativa es tradicional, es decir, seria y confiable. O acaso algo así: en el mundo de hoy todo está revuelto, menos nuestros valores.

¿Qué interpretamos los que nos sorprendimos con esta imagen? Mi hija de 13 años lo dijo mejor que muchos de mis amigos: “El niño es el principal y las niñas están allí para respaldarlo y aplaudirlo cuando logre sus metas”. Efectivamente: por sus implementos y posturas se puede leer que él es una autoridad y ellas las modelos (manos a la cintura) que lo acompañan. Piénsese en el empresario rodeado de anfitrionas o en el ídolo popular tocado por varias modelos.

Para muchas personas, generalmente mayores, la imagen no tenía nada raro (así que el debate les parecía forzado). Y están en lo cierto, esta imagen es milenaria, representa muy bien gran parte de la historia del Homo sapiens. Hace menos de un siglo las mujeres no podrían ser propietarias ni universitarias, no eran empresarias ni intelectuales (salvo excepciones), no tenían brevete ni tenían derecho a elegir ni a ser elegidas. Su naturaleza debía realizarse en casa, con la familia. Y en la calle, se esperaba que acompañaran a los varones como esposas, hijas o sirvientas. Recién en las últimas décadas esta realidad comenzó a cambiar en el Perú y el mundo, y las mujeres fueron tomando roles considerados inadecuados para ellas. Entonces la lucha por la equidad dejó de ser exclusiva de las feministas.

Los hombres andamos incómodos con esta revolución cultural. Todo se está moviendo dentro y fuera de nuestros hogares. Pero hay quienes andan furiosos. Entiendo su estrés. La ola liberal crece imparable en un mundo cada vez más laico. Esta es una de las grandes batallas culturales de nuestra época. El debate alrededor de una publicidad como esta lo demuestra. Que nadie se arañe. Y que exista todavía esa imagen nos dice que el avance de la mujer es insuficiente, que aún vivimos en un país conservador. Y machista.

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