Sobreviviente designado

Llevamos algunas semanas de cuestionamientos al presidente Vizcarra por su relación con sobornos que datan de la época en que era gobernador regional de Moquegua. Sin embargo, a pesar de que los noticieros dan cuenta de un número cada vez mayor de colaboradores eficaces, Martín Vizcarra continúa con un nivel de aprobación de alrededor de 50%, algo incomprensible si, a la vez, consideramos que esta aprobación no está acompañada de evidencia positiva de su gestión como líder del país. Y para ello basta con ver las cifras de víctimas de la pandemia, el decrecimiento de la economía, la inseguridad y el desempleo.

Es cierto que su maniobra del cierre del Congreso funcionó en su momento, pues logró aglutinar y canalizar el rechazo que este, con toda franqueza, se había ganado a pulso y a costa de la falta de atención de la población. Pero eso fue hace ya meses y este Congreso no parece estarlo haciendo mucho mejor, tal vez con una excepción: la profusión de propuestas de ley populistas que sirven en el corto plazo y olvidan que, después de este, hay un futuro que atender; pero, ya lo sabemos, esa también es la naturaleza de la conducta humana.

Hoy lunes, Vizcarra será centro de atención en el Congreso. Me atrevo a pensar que, a pesar de las acusaciones, continuará en el cargo hasta el final de su mandato porque, desde hace bastante tiempo y numerosos procesos electorales, los peruanos nos hemos acostumbrado a elegir el “mal menor” y, en este caso, podría considerarse que el mal menor es que lleguemos a las próximas elecciones sin mayores tropiezos.

Una lástima de pragmatismo que podríamos validar si es que al menos se aprovecha el tiempo para sacar adelante proyectos estacionados que los peruanos desesperadamente necesitan para conseguir un empleo hoy y, al mismo tiempo, sentar las bases para el crecimiento futuro… aunque nos sepa a chicharrón de sebo (pero eso es cosa de otro posible candidato).