-Sigamos con los temas históricos, que la política criolla me agobia y es viernes. España no enviaba a cualquier idiota para ser virrey durante esos largos 270 años (1554-1824) que duró nuestro virreinato. Tenían que poseer una muy buena experiencia administrativa y militar, y eran a menudo propuestos por el sapiente Consejo de Indias. Duele decirlo, pero la mayoría de virreyes fueron muchísimo mejores gobernantes que nuestros presidentes. No encuentras jamás en ellos a tipos desastrosos, como la mayoría de los presidentes militares del siglo XIX o Pedro Castillo, Alan 1, Ollanta, Sánchez Cerro, Velasco, Vizcarra o Belaunde.
-Una caricaturización común en nuestra época sobre los virreyes es presentarles siempre con esas pelucas blancas (llamadas “perruque poudré”), seguramente para estereotiparles. Al parecer, el último virrey que las usó fue Gabriel de Áviles y del Fierro (gobernante de 1801 a 1806). Sus sucesores Abascal, Pezuela y La Serna ya no las portaban, como tampoco el rey Fernando VII, pues ya se había entrado plenamente al siglo XIX y la peluca blanca era ya más bien una reliquia.
-¿Sabían ustedes que el Imperio español organizó una vacunación masiva contra la viruela en el año 1803? Se envió una expedición de salud liderada por el médico Francisco Javier Balmis. Carlos IV había perdido a una hija por esta enfermedad y quería proteger a sus súbditos. Balmis llevó en su barco María Pita a 22 niños sanos, a los que se les inoculaba y se les inmunizaba por pares para mantener al suero vivo antes de llegar a América. Así, Madrid inmunizó a todos sus virreinatos americanos, además de Filipinas y parte de China. Jenner, el descubridor inglés de esta vacuna, afirmó que fue “el ejemplo de filantropía más noble de la historia”, mientras que el sabio germano Humboldt lo calificó de “el viaje más memorable”. ¿Tan malos y atrasados no eran los españoles con América, no?