Falleció Daniel Abugattás. ¡Qué personaje que era! Soez, atrabiliario, humalista y mercantilista (demasiado interés por la salud económica de los casinos), evidentemente estábamos en las antípodas y tuvimos más de un encontronazo. Curiosamente, y tal como tanto solía hacer Ferrando, puedo atribuirme el inicio exitoso de su carrera política, pues en ese Correo que otrora dirigí “levantamos” como un titular una frase suelta que en ese entonces el relativamente desconocido Abugattas le soltó a La República sobre la madre de la entonces primera dama Eliane Karp para calificarla con poco cariño al final de una entrevista. Confieso que ingenuamente pensé que ese insulto lo iba a hundir políticamente y dispuse así entusiasta que la nota tenga un sitio relevante… ¡Al contrario, lo hizo más popular y conocido! Así es el “electarado”, al que nunca entenderé.
Sin embargo, reconozco y aprecio unas cualidades en Abugattás que escasean tanto en el Perú: era valiente y muy frontal. Las tan insoportables hipocresía y cobardía limeñas le eran ajenas y ya solo eso me generaba mucho respeto. Como bien Bolívar respondió (“El heroísmo no es digno de castigo”) respecto de su archienemigo el general Rodil cuando el desacertado general Salom sugirió fusilarlo en cuanto este finalmente rindió al Real Felipe tras un asedio largo y feroz, a la valentía hay que reconocerla y homenajearla. En eso concuerdo con mi abuelo JCM: prefiero mil veces un rojo sincero, directo y comprometido que un caviar hipócrita, melifluo y convenido. Por eso me cae mucho mejor y valoro sideralmente más a Vladimir Cerrón que a Diego García Sayán. Como bien escribió JCM sobre el escritor derechista argentino Leopoldo Lugones en una carta a Glusberg fechada en 1927: “Estoy políticamente en el polo opuesto de Lugones. Soy revolucionario. Pero creo que entre hombres de pensamiento neto y posición definida es fácil entenderse y apreciarse, aun combatiéndose. Sobre todo, combatiéndose”. Descanse en paz, Abugattás.