Sin razón aparente

"Los cambios pueden ser entendidos cuando tienen como propósito reemplazar a un funcionario que no da la talla (…), el liderazgo de Salardi en el MEF venía probando ser una notable excepción”.

Fecha de publicación: 17/05/2025 8:30 pm
Actualización 18/05/2025 – 12:05

Aunque la inestabilidad en la gestión pública nunca es una buena noticia, no hay sector para el que sea más perjudicial que para el de Economía y Finanzas. Por ello, resulta muy preocupante que, desde que se inició el gobierno de Dina Boluarte, hace casi dos años y medio, hayan pasado ya por el MEF cuatro ministros. Es decir, una duración promedio de poco más de siete meses. ¿Qué reforma significativa para la mejora del gasto público, la promoción de la inversión privada o la recaudación tributaria se podría concretar en un plazo así?  

Y, aunque la inestabilidad es un problema, los cambios pueden ser entendidos cuando tienen como propósito reemplazar a un funcionario que no da la talla. No obstante, dentro de un deslucido conjunto de ministros, el liderazgo de Salardi en el MEF venía probando ser una notable excepción.  

Desde que asumió la cartera, en enero de este año, José Salardi había mostrado un dinamismo inusual en la administración pública e iniciado esfuerzos acertados para la promoción del crecimiento económico. Así, por ejemplo, había anunciado la suscripción de contratos de asociación público-privada para la ejecución de nuevas inversiones por más de US$4,000 millones en los primeros 7 meses del año. Había sido categórico en su intención de no brindar ni un sol más de recursos públicos para Petroperú (promesa que venía sosteniendo). Había iniciado un shock desregulatorio con medidas interesantes para dinamizar la inversión privada, y había expresado públicamente su compromiso con el respeto a la regla fiscal para este año.  

Todas estas señales fueron bien recibidas por el sector privado, que encontraba en el ministro un actor confiable en un contexto ya bastante incierto para el desarrollo de inversiones.  

¿Qué podría explicar, entonces, este súbito cambio? Según diversas versiones, el principal detonante habría sido la intención de Salardi de que la Autoridad Nacional de Infraestructura (ANIN) absorba 14 programas de infraestructura, hoy dispersos en diversos sectores (como Provías, Pronis, Pronied, entre otros). Según el hoy exministro, esto generaría ahorros por S/4,000 millones al erario. Evidentemente, la implementación de la medida hubiera implicado una reducción en el presupuesto de diversos ministerios, así como eventuales recortes de personal, algo natural en toda reforma que apunte a un gasto público más eficiente y orientado a resultados. No obstante, la presidenta Boluarte —quien, de hecho, había anunciado la reforma con Salardi— habría reculado ante las presiones sindicales y clientelistas que medidas de esta naturaleza suelen concitar.  

Otras versiones señalan que, en adición a lo anterior, pesó la difusión de información respecto del incremento salarial de la presidenta, que provino precisamente del MEF. En cualquier caso, ninguna de las razones señaladas justifica un relevo de esta naturaleza. Por el contrario, son evidencia de un sector haciendo precisamente lo que le corresponde hacer.  

Aunque el cambio es a todas luces injustificado, hay que reconocer que la carta elegida para el sector es de las mejores de las que disponía el Ejecutivo. Raúl Pérez Reyes es un funcionario con solvencia técnica y experiencia en posiciones de la más alta responsabilidad en el Estado.  

Aún no queda clara la agenda específica que Pérez Reyes trae al MEF. Por lo pronto, ha anunciado que sus prioridades estarán orientadas al destrabe de procesos administrativos, la promoción de las asociaciones público-privadas y al impulso a la inversión privada. Es decir, una agenda similar a la de su antecesor, por lo menos en lo declarativo. Pero, como siempre, la clave estará en cómo se operan estas prioridades y, por supuesto, en la capacidad para plantarse ante las presiones políticas que, como se ha visto, en este Gobierno tienen la capacidad de traerse abajo cualquier intento significativo de reforma.

Humo Blanco  

Me permito unas breves líneas para sumarme a la alegría nacional por la elección de un papa que eligió ser peruano. Fue inevitable sentir una gran emoción y orgullo al escuchar el nombre de nuestro país en las primeras palabras de León XIV al mundo.

Por una feliz coincidencia, tuve la suerte de estar en el Vaticano a los pocos días de su elección y experimentar la enorme ilusión y esperanza de que su pontificado ha generado entre los fieles.  

En lo personal, espero que siga la línea de su antecesor de ir hacia una Iglesia más cercana, particularmente hacia los marginados y desfavorecidos; más moderna y abierta, y que lucha abiertamente contra los abusos. ¡La mejor de las suertes para nuestro papa chiclayano! 

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