Sillas voladoras. (Foto: Presidencia Perú)
Sillas voladoras. (Foto: Presidencia Perú)

Lo que días atrás se insinuaba como una salida adecuada para mejorar la credibilidad del gobierno se ha convertido ya en un clamor popular tanto como un deber moral y político: el presidente Martín Vizcarra tiene que renovar su gabinete cuanto antes. No importa que no haya transcurrido ni un mes desde la última purga, por motivos similares a los que se plantean hoy, las inconductas, denuncias y cuestionamientos que arrastran no uno sino varios ministros, que podrían llevar a que el imprescindible voto de confianza que debe darle el nuevo Congreso termine siendo inviable.

Y los peruanos están perfectamente al tanto de la gravedad de los líos judiciales en que está envuelto el gabinete. Según la última encuesta nacional de Datum, el 56% de los entrevistados considera que Vicente Zeballos debe dejar el cargo de premier, pese a que un 62% no oculta que los constantes cambios ministeriales solo le hacen daño al país.

Las propias bancadas de agrupaciones que, apenas fueron electas, manifestaron su disposición de trabajar con el gobierno han empezado a expresar su incomodidad ante la proliferación de cuestionamientos en contra de los ministros señalados y la puerilidad de las argumentaciones con que se les defiende. Representantes del Partido Morado, Somos Perú, Acción Popular han dejado en claro que la crisis no es de poca monta y que, de no resolverse, puede impactar en las relaciones que mantendrá el Poder Legislativo con el Ejecutivo.

La coyuntura que atraviesa el gabinete ha logrado, además, que hasta enemigos resueltos de la democracia y de la lucha anticorrupción, como el muy debilitado fujimorismo, con su kilométrico rabo de paja, emerja de las catacumbas de la Comisión Permanente y robe micrófono para solazarse con las acusaciones que afrontan los titulares de Transportes, Producción y Energía y Minas.

Es momento pues, ingeniero Vizcarra, de limpiar la casa. Sí, otra vez. Pero, por favor, exíjale menos superficialidad y más profesionalismo a su equipo cuando revise las trayectorias de los candidatos a entrar al gabinete: este pernicioso juego de las sillas voladoras debe detenerse de una vez por todas.

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