Primera sesión virtual del Congreso de la República. (Foto: Congreso)
Primera sesión virtual del Congreso de la República. (Foto: Congreso)

El Congreso se ha convertido en un espacio para que demagogos inescrupulosos obtengan protagonismo fácilmente, así como también ha servido para demostrar que no hay nada más peligroso que un populista con poder en plena campaña electoral.

La semana pasada se aprobó en el Congreso, por insistencia, la ley que suspende el cobro de peajes durante el estado de emergencia, siendo aquello un claro atropello al Estado de derecho, puesto que se están vulnerando contratos con empresas que, muy probablemente, demandarán al Estado, pero quienes terminarán pagando la indemnización no serán los congresistas que aprobaron la ley, sino los contribuyentes.

Aquello desnuda las verdaderas intenciones de aquellos parlamentarios populistas, a quienes, con tal de obtener protagonismo mediático con miras a 2021, no les interesa que el Estado tenga que gastar en indemnizaciones, aun cuando hay una pandemia y se necesitan recursos para cubrir las deficiencias del sistema de salud; y resulta indignante que, en plena pandemia, mientras que en el Ejecutivo y en la Contraloría se destapan escándalos de corrupción o compras sobrevaloradas, los congresistas, en vez de fiscalizar, han convertido el Parlamento en un circo mediático que está costándoles muy caro a todos los contribuyentes. Porque, definitivamente, si los congresistas estuviesen obligados a pagar una indemnización por los perjuicios que causan las leyes que aprueban, no se atreverían a presentar semejantes atrocidades.

Los ciudadanos deben comprender que el Congreso es el fiel reflejo de la sociedad y, mientras peor sea la sensación por la actuación del Congreso, significará que este está representando mejor a sus electores. Por ello, antes de pretender cambiar a las autoridades, el elector debe cambiar su criterio en las urnas.