OECD logo taken 23 May 2006 in Paris during a press conference.      AFP PHOTO JEAN AYISSI (Photo by JEAN AYISSI / AFP)
OECD logo taken 23 May 2006 in Paris during a press conference. AFP PHOTO JEAN AYISSI (Photo by JEAN AYISSI / AFP)

Terminarás como Chile o peor. Escribo desde Santiago. Asisto a una presentación privada de Cristián Valdivieso, director de la investigadora Criteria, para la consultora Azerta, matriz de la que dirijo en el Perú. Estas líneas no alcanzan para resumir sus conclusiones, pero varias se explican en disonancias cognitivas: con una tendencia de crecimiento a la baja (como en Perú), la expectativa era la contraria. Los indicadores objetivos muestran que Chile redujo pobreza y desigualdad. ¡Pero la percepción de la gente es la contraria! El 27% cree que la pobreza creció, otro 27%, que se mantuvo y el 73% cree que la desigualdad aumentó. Sucede, dice el especialista, que la inequidad no es mayor, pero sí más relevante. Y es que Chile se mide contra los países OCDE. Ahí está entre los más desiguales, mientras que en la región figura a media tabla.

Siempre me pareció difícil la incorporación del Perú a la OCDE porque no estamos cerca de esa liga (el país con mayor informalidad de ese grupo, México, tiene 30%, nosotros 70%), pero –influido por la tecnocracia ppkausa– pensé que sería un incentivo positivo. Como decía el cineasta argentino Fernando Birri sobre la utopía: “Por mucho que camine, nunca la alcanzaré. ¿Para qué sirve? Para eso: sirve para caminar”.

Ahora estoy convencido de que lo de la OCDE trajo también una elevación de expectativas que es irreal. Desubicó a muchos chilenos. Como cuenta Ayn Rand en La rebelión de Atlas, la prosperidad hace perder la perspectiva y hasta la noción de causalidad. La riqueza se da por hecha y se quiere redistribuir la que aún no se genera. Por eso creo que la primera lección sobre Chile debería ser olvidarnos, por ahora, de la utopía de ser de la OCDE en el corto plazo.

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