Vacunación en México. (EFE)
Vacunación en México. (EFE)

En Perú, al 6 de enero de 2021, ni tenemos vacunas ni idea de cómo se aplicarán cuando las tengamos. Luego del escándalo de no haberlas comprado, es llamativo que no se vea ninguna estrategia en ciernes para lo que –esperemos– llegará pronto: vacunar en el menor tiempo posible a más de 20 millones de personas desperdigadas a lo largo y ancho del territorio nacional. Este será el desafío logístico más grande que Perú habrá tenido en su historia republicana.

Si nos costó tanto entregar el bono familiar pocos meses atrás, ¿cuánto más difícil será inyectar millones de vacunas? ¿Cómo se van a transportar y almacenar? ¿Quién las va a inyectar cuando casi todo el personal médico está sobrepasado? ¿Y la campaña para revertir la desconfianza a las vacunas?

Miremos Europa y Estados Unidos, donde el proceso de vacunación iniciado en diciembre viene siendo decepcionante para lo previsto inicialmente. En el Reino Unido, durante la primera semana de vacunación, entre el 8 y 15 de diciembre, menos de 140 mil personas recibieron su primera dosis. Eso equivale a aproximadamente 20 mil vacunas al día. Suponiendo que Perú siga un ritmo similar, vacunar a 20 millones de peruanos tomaría casi ¡tres años! Hasta ayer, España había vacunado a poco más de 100 mil personas, casi nada. A eso sumemos el desabastecimiento global para la segunda dosis, que es central para la inmunidad.

Que no tengamos vacunas es el mayor escándalo del año que se fue y del que está comenzando. No tener una estrategia clara para inyectar masivamente esas vacunas, cuando las tengamos, a más del 70% u 80% de la población, será igual de rochoso y criminal. Sobre todo, si, como no tenemos vacunas, podemos aprender viendo los errores que están cometiendo en otros lados.

La pelota está rebotando desde hace rato en cancha del gobierno de Sagasti y sus ministros, quienes ya no pueden esperar a que el tiempo siga pasando.

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