…Prepárate para la guerra. El ministro de Defensa nos recuerda que tras quince siglos el aforismo del general romano Vegecio sigue lozano e influyente. Explicaría todo conflicto, los muertos, destrucción, miseria y sufrimiento. No es exactamente así. La Pax Romana solo sirvió un propósito imperial.
La fórmula es antitética. “Si quieres amor, insulta y hiere”, “...vivir sanamente, drógate”, “…no ser pobre, despilfarra”. Nadie admite estar en contra de la paz. Stalin y Hitler y hoy Putin solo anhelaban la paz. La lógica elemental dice que si se quiere algo, se debe trabajar para ello. La paz es una tarea permanente; no una lotería. ¿Ingenuidad? Es posible. Sigamos matándonos.
Distinto es el tema de defensa. Es un “derecho inmanente” de todo Estado, reza la Carta de Naciones Unidas. El Perú la ejerció “legítimamente” en 1981 y 1995 en su frontera norte. Todo Estado debe defenderse y proteger a sus ciudadanos. Es esencialmente una cuestión política. Las armas son un elemento, no todo. En 1980, tuvimos los mejores equipamientos militares. Pero nadie vio la formación de Sendero Luminoso. Doce años de gobierno militar y una década de civiles no supieron o pudieron evitar la horrorosa pérdida de vidas humanas, destrucción material y desesperación causadas por la insania que, con distintas caretas, sigue entre nosotros.
Hoy, nuestra Patria está en serio peligro. Si la paz y la guerra son hechos políticos, los políticos que conducen el país deben asumir la responsabilidad. No es culpa del pueblo peruano que, en su mayoría, sean tan ignorantes, corruptos y estúpidos; y no tengan la menor idea de cómo protegerlo. Es más, actúan como si nos hubieran declarado la guerra. Y no se diga que no sabemos elegir, si se las arreglaron para darnos un menú podrido. El que viene será peor.
¿Entonces, de qué debe defenderse hoy la vida y la paz de los peruanos? ¿Qué y quienes nos están agrediendo? El ataque armado o agresión de otro Estado, para lo que harían falta aviones de combate, no parece probable. Pero si estamos inmersos en un conflicto mundial, geopolítico, cultural y pluridimensional. En dos palabras: el autoritarismo contra la libertad.
Quienes nos agreden son los gobiernos que necesitan saquear al Perú como los Castro a Cuba, ellos y Chávez y Maduro a Venezuela y Morales a Bolivia. Son las economías ilegales que ya gozan de “territorios liberados”, muchísimo dinero e inserción en los poderes centrales del Estado, gran parte de sus instituciones y gobiernos regionales y locales. Son la criminalidad organizada, la violencia imparable, la corrupción generalizada y multifacética, la captura del poder político por la kakistocracia y cleptocracia (los peores y los ladrones). Son las políticas estúpidas y hasta de apoyo a la delincuencia (¿Situación penal de la presidencia, congresistas, ministros e incontables autoridades?). Son el crecimiento exponencial de los homicidios, producción y tráfico de drogas, secuestros, trata de personas, extorsión, asaltos y violaciones. Son las universidades bamba, la pésima educación, la salud impagable, la destrucción del empleo, el derroche y malversación del dinero público, la mayor pobreza, subalimentación y la anemia, la lucha contra la formalidad y la decencia y la degradación de la vida diaria que nos lleva a la desesperación.
Esos son los enemigos externos e internos del Perú y de su pueblo. Y no podremos derrotarlos solo con más modernos armamentos. No podrán las “autoridades” que no nos representan y nos hacen más ignorantes y carentes porque les facilitará explotarnos por migajas. No podrán solas nuestras Fuerzas Armadas y Policía Nacional sin conducción política, recursos ni control adecuados. Ni sectores “estratégicos” como Petroperú o Sedapal.
Quienes creemos que la libertad es el bien por el que vale la pena vivir, porque Dios nos hizo libres, no estamos ganando esta guerra. Si no se puede esperar nada bueno del Estado, defendernos pasa a ser tarea de ciudadanos. Es indispensable que trabajadores, estudiantes, artistas, académicos, empleados y propietarios de pequeñas, medianas y grandes empresas, profesionales, amas de casa, artesanos, desempleados y jubilados encontremos maneras legales, pacíficas, novedosas y efectivas de defendernos. Unidos, se puede mucho y nadie lo hará por nosotros. Los 34 millones que somos el pueblo del Perú tenemos derecho a la vida y el deber de luchar para que la de nuestros hijos no sea esta desgracia.
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