Si no ganas, no ganas pues. (Foto: Tomas Matta)
Si no ganas, no ganas pues. (Foto: Tomas Matta)

Actualmente hay varios políticos en prisión por recibir financiamiento para sus campañas.

Sus vidas destruidas, sus familias quebradas y sus votantes decepcionados.

De izquierda a derecha el problema ha sido igual de terrible.

Quienes tenemos vocación de servicio público y hemos postulado a cargos de elección popular sin obtener el voto del soberano sabemos que es duro.

Sin embargo, la propia campaña es una tarjeta de presentación al pueblo; una campaña electoral exuberante muestra la plata que has gastado y eso genera sospechas, genera dudas, pica el alma del electorado.

Un dato, las campañas millonarias no siempre ganan; por el contrario, hay varios ejemplos que demuestran que las grandes campañas pierden; la primera campaña gigantesca derrotada de la que tengo memoria es la de Mario Vargas Llosa.

Entonces, está claro desde hace décadas que no solo se gana con plata; se gana, valga la redundancia, con ganas y cuando despiertas empatía, proyectas sencillez y generas confianza.

Tantos políticos presos ya deberían constituir una prueba suficiente para que la clase política entienda que hipotecarse a los poderes económicos recibe el castigo del electorado y también, por supuesto, de la justicia.

Nada, absolutamente nada, justifica recibir plata de grandes empresas o fortunas personales; nada es gratis en la vida. Todo lo que se recibe va a generar, por lo menos, la expectativa de una contraprestación, sino la exigencia de un retorno.

Dormir tranquila y tener el respeto de tu familia, amigos, votantes y seguidores debería ser suficiente, y… si no ganas, no ganas, no pasa nada. Caminar libre y respetada es lo único que importa.

TAGS RELACIONADOS