Martín Vizcarra da Mensaje a la Nación desde el Congreso. (Foto: Andina)
Martín Vizcarra da Mensaje a la Nación desde el Congreso. (Foto: Andina)

El manejo del caso Tía María por el Gobierno ha dejado que desear, pero la indignación que ha despertado en algunos el audio del presidente Vizcarra, donde se le escucha conversar con dirigentes opositores a Tía María, es desproporcionada. Como si empujar los proyectos mineros a cualquier costo fuese el único camino posible. El centralismo capitalino más saltón dice que lo hecho por Vizcarra es una traición a la patria. ¿Traición? Como si él fuese presidente de Southern y no del Perú. ¡Qué manera más retorcida de entender al Estado!

El audio no muestra ninguna ilegalidad o promesa indebida, sino que presenta a un presidente buscando formas de solucionar este conflicto sin que sea necesario el uso de la violencia y respetando la ley, cuando un posible ‘Baguazo’ estaba a la vuelta de la esquina. Está claro que Vizcarra no estaba dispuesto a sacar Tía María a las patadas y eso, guste o no, es bastante mejor a lo que hemos tenido antes. ¿Qué sería mejor? ¿Imponer el proyecto mediante el fuego y la sangre?

El audio demuestra, eso sí, la precariedad institucional en la que nos encontramos. Evidencia las formas tan precarias que tenemos para llevar los procesos de diálogo, donde la ausencia de claridad es la regla, lo que ha hecho imposible sacarles más provecho a nuestros recursos mineros. Este caso es un buen ejemplo de esa constante: el hecho de que se haya otorgado una licencia de construcción sin que hubiera acuerdo social, y que a la empresa no le haya quedado otra que anunciar que no ejecutaría obras hasta obtenerlo, para que luego el Consejo de Minería decida suspender la licencia, dice bastante de la deriva institucional en la que nos encontramos.
El Perú necesita de la minería, pero no a las patadas. Y el rol del Estado no es imponerla a balazos.

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