¿Será una estrategia?
¿Será una estrategia?

La denominación de “gabinete de la reconciliación” es –aunque parezca mentira– algo pensado. Nadie se va a reconciliar, pero eso no parece importarle al Ejecutivo. Cree que poniendo etiquetas que suenen bien a sus oídos tendrá éxito comunicacional. Habría que conocer al que se le ocurrió semejante mote. El nuevo gabinete parte de una crisis política descomunal: la casi vacancia del presidente de la República, y de su contraparte, el indulto a Alberto Fujimori.

Dos terremotos para el Ejecutivo, uno tras otro. Al ser las dos caras de la misma moneda, ambas situaciones han colocado al “gabinete de la reconciliación” bajo el volcán. No es difícil observar que hay un deseo de polarizar por parte del Gobierno. Quienes no se reconcilian son los malos que no quieren cosas buenas para el país. Más bien quieren hundirlo. En ese bando está principalmente el fujimorismo, al que se quiere dividir a como dé lugar.

Tampoco sabemos a quién se le ocurrió que dividiendo partidos se fortalece el “gabinete de la reconciliación”. El libreto también es claro: la china (Keiko Fujimori) es mala, malísima, no quiere a su padre, está resentida y picona porque perdió. Del otro lado el hermano, el vengador ‘shaolín’ (Kenji Fujimori), es el bueno, buenísimo, ama a su padre y le pide a la china (de político a política como declaró) ya ‘pes’, párala ya, ayuda al Gobierno, sé constructiva.

El “gabinete de la reconciliación” también metió mano en el Apra, endulzó a un militante para que fuera ministro, a pesar de que el partido de la estrella advirtió que no integrarían el Ejecutivo. Pero con la poco creíble idea de que el país está primero, lo perforaron. Cierto es que, al igual que en el fujimorismo, las divergencias venían desde la vacancia.

El resultado de esta táctica errada es que, actualmente, los partidos que están en el Congreso (hoy de vacaciones, solo con Comisión Permanente) son sumamente críticos del tal gabinete. La gobernabilidad es bastante precaria y la economía nacional se resiente y amosca con todo este tole tole polarizador que ya tiene más de 18 meses y al parecer no tiene cuándo acabar.

Claro, la atención está centrada en el fujimorismo, si expulsan o no, qué le dice Keiko a Kenji, con resonancia en las redes sociales. Luego vendrán las sanciones en el Apra y las pantallas irán para allá. El caso Lava Jato puede ser un bumerán fatal para el Ejecutivo porque todavía falta y bastante. La venida del papa Francisco nos elevará a los cielos un ratico, pero el respiro será breve. Lo nocivo y también desagradable es que viviremos de ataque en ataque. Ciertamente, la Corte Interamericana de Derechos Humanos le pondrá ají al indulto.