Otra tragedia más. Una docente fallece intentando llegar a su institución educativa en una zona rural. Y lo peor es que ni siquiera nos sorprende. Lo hemos normalizado. Como si educar en condiciones extremas fuera parte del oficio. Como si caminar horas, cruzar ríos o subir cerros fuera una cláusula no escrita del contrato docente.
¿Cuáles son las prioridades del sistema educativo? No es posible hablar de calidad educativa sin garantizar lo más básico: la vida y seguridad de quienes sostienen el derecho a la educación en los lugares más alejados. Las autoridades nacionales y regionales deben responder: ¿Puede existir una política educativa seria que no coloque la seguridad de docentes, estudiantes y administrativos en el centro?
La seguridad ciudadana no es solo combatir la delincuencia. También es asegurar el transporte digno a las escuelas rurales, donde se siguen perdiendo vidas. No podemos esperar más. Proponemos que las Fuerzas Armadas, en coordinación con los gobiernos regionales, establezcan rutas seguras y regulares hacia las instituciones educativas más inaccesibles. Tienen la logística, los vehículos, el conocimiento del terreno.
Cada vez que un maestro o maestra muere en el intento de educar, se rompe algo en nuestro pacto social. Que esta pérdida no sea una estadística más. Que sea el inicio de un cambio urgente.