Todo indica que EE.UU., cuya adolescencia parece prolongarse, estructura su futuro tratando de crear conflictos en las regiones a las que pertenecen los países que ellos ven como sus futuros competidores. Serían tres las naciones que, desde su paranoia, deben ser acosadas: China, Rusia y Brasil. En el caso de nuestro vecino –que se perfila como una potencia energética para las próximas décadas–, la política 'gringa' busca crear conflictos en su frontera. De qué otro modo, sino, se puede interpretar el delirante artículo del chicha neoyorquino que se titula: "¿Bolivia es el nuevo Afganistán?". El texto es delirante y movería a risa si no se tratara de una publicación aparecida "en uno de los diarios más influyentes del mundo, que refleja la visión de las élites del sector financiero y del sector más belicista de las Fuerzas Armadas". No importa cuánto haya de verdad, solo importa que ellos lo digan para que una realidad inventada comience a tomar cuerpo en el imaginario del planeta. Para el WSJ, al igual que en Afganistán, Evo y su vicepresidente "comenzaron a construir un narco-Estado cuando llegaron al poder en 2006". Olvidan, por supuesto, que Afganistán –bajo la locura talibán– redujo al mínimo su producción de opio, y que ahora, con la OTAN y los EE.UU. manejando la política interna del país, ha vuelto a ser el primer productor de ese estupefaciente. "Analistas brasileños admiten que la estrategia del Pentágono consiste en ejercer presión sobre las fronteras de Brasil convirtiendo a sus vecinos en estados fallidos". Para hacerlo van sembrando ideas desde la prensa.