Segundos afuera. (Foto: Andina)
Segundos afuera. (Foto: Andina)

Si algún distraído pensaba que el clientelaje laboral y el nepotismo flagrante, con que el disuelto Congreso podría haber obtenido un doctorado magna cum laude en alguna de las universidades truchas que la Sunedu está cerrando, eran especialidad exclusiva del fujimorismo y sus aliados, pues de Babia tendrán que retornar a la realidad. Hablamos de malas prácticas enquistadas en la sociedad peruana prácticamente desde que se fundó la república. Nuestra historia y nuestra literatura están tan pobladas de estas zamarrerías, que la gente tiende a entenderlas como “normales”.

Ello, desde luego, ni justifica ni aminora la gravedad de la falta cometida por el actual ministro de Desarrollo e Inclusión Social, Jorge Meléndez, sino todo lo contrario: de no irse por sus propios medios, el presidente Martín Vizcarra está en la obligación política de extirpar de raíz cualquier brote de inmoralidad –el “tarjetazo” lo es– de su gabinete de transición, por mínimo que parezca, pues el respaldo que hasta ahora ha mostrado a la lucha contra la corrupción que se está dando desde la Fiscalía, como repite la conseja popular, debe comenzar por casa.

La presunta recomendación que Meléndez le extendió nada menos que a la entonces titular de la Comisión de Ética del disuelto Congreso, Janet Sánchez, cuando ambos eran miembros del mismo partido (PPK), para que contratara a la madre de su hijo, es inaceptable. Tan inaceptable como la complicidad de su excorreligionaria, quien comedidamente contrató a la postulante, después de, según alega, haberla entrevistado y comprobado que cumplía los requisitos para ocupar el cargo, aunque, dice también, recién “meses después”, oh, se enteraría de su relación con el actual ministro.

Pero la señora Sánchez está, por decirlo así, “disuelta” como funcionaria –con lo que, de momento, el Perú ya se libró de personajes como ella– en tanto Meléndez lo es todavía, y al más alto nivel. Los argumentos con que el ministro se ha defendido despiden, además, la triste halitosis de las coartadas de última. Su salida del gobierno tiene que ser inmediata.

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