(Renzo Salazar)
(Renzo Salazar)

Redacción PERÚ21

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Brasil afronta una de las coyunturas políticas e institucionales más difíciles de su historia. La red de corrupción ha penetrado tanto, al punto que el domingo (mañana) la Cámara de Diputados votará si el pedido para destituir a Dilma Rousseff pasa al Senado, la última instancia para iniciar el juicio político contra la mandataria. Todo apunta a que así será. El analista brasileño Sebastiao Mendonça nos visitó en la redacción y su diagnóstico es negativo.

¿Cómo ve la coyuntura política de Brasil?Recientemente, entrevistaron a Collor de Mello, el primer presidente que sufrió impeachment en el Brasil, en 1992. Le preguntaron qué perspectivas tenía para Dilma. Respondió: "No veo perspectivas para Dilma". Dice que una vez que el impeachment ingresa a la Cámara de Diputados es incontrolable. Desde 1990, se han hecho 61 intentos de impeachment en el Brasil y solo entraron el de Collor y ahora, de Dilma. Según las informaciones que recibo, el Partido de los Trabajadores (oficialista PT) está perdiendo.

¿Si el proceso pasa al Senado el domingo, ya es muy posible que esta última instancia vote por el juicio político?Yo considero muy probable que se apruebe el pedido de destitución, por el ritmo en que el oficialismo está perdiendo congresistas. Cuando fue el impeachment de Collor de Mello, entró en el debate con 206, pero al final votaron a favor de él 38, de estos solo dos pudieron reelegirse. Entonces, los congresistas tienen muy claro esos números en su mente. El que apoya a Dilma está poniendo en riesgo su futuro político. Además, en el Senado (con 81 miembros) hasta ahorita ya van 44 a favor del impeachment y seguirá creciendo. Si se llega al juicio político, el Supremo Tribunal Federal (justicia) lo dirigirá. El haber malversado las finanzas públicas para engañar a la población e inducir el voto a favor de ella y haber entrado al gobierno mintiendo sobre la realidad económica del país serán criterios fundamentales. Es un sentimiento de decepción muy profundo en el Brasil.

¿El PT, como organización, buscará que el caso Rousseff no hunda el barco del partido y, más bien, se hunda ella sola?Algunos creen que la jugada de Lula es sacrificar a Dilma, a la reina. La popularidad del ex presidente no se ha derrumbado y Lula es un rival respetable para cualquier político. Yo diría que es el político más astuto que hay en el Brasil y sabe ganar la simpatía de la población.

¿Entonces, qué cree usted que Lula haga?Lula es pragmático. Va a buscar conservar el PT lo máximo que pueda, si es necesario sacrificando a la reina.

En una columna en este diario usted señaló que Lula ha comprado políticos para salvar a Dilma. Lula compraba personalmente congresistas para salvarla, lo que ha tenido un costo político muy alto para él. Se instaló en un hotel al costado de Palacio de Gobierno y pasó a negociar cargos ministeriales, empresariales y asignación de presupuestos específicos para congresistas y algunos hasta denuncian que entregaba dinero.

Esta crisis política ha salpicado a casi todo el espectro político brasileño, ¿no?Las fuerzas de derecha en el Brasil son muy pequeñas y, más bien, han comenzado a crecer. Como ha estado tan marginal, está menos involucrada en los actos de corrupción. Más bien, son los partidos de centro los que están muy quemados. Ahora, hay un Congreso que por lo menos un 20% está denunciado y me arriesgaría a decir que un 30% va a ser denunciado. El Senado está igual.

Desde la izquierda latinoamericana y la misma Rousseff se repite que detrás de todo hay un complot. ¿Qué de cierto hay? Brasil nunca tuvo un movimiento liberal importante. En el periodo posdictadura, hubo libertad de pensamiento y hegemonía de la izquierda radical. Durante ese periodo se ha ido desarrollando un pensamiento liberal en lo económico y lo político. Esa corriente ha crecido de una manera impresionante y hoy lidera el movimiento social y maneja las redes sociales. Esa corriente sí está aliada con grupos liberales internacionales, pero no es que haya una corriente liberal internacional manipulando esto. Los líderes son jóvenes.

¿Y ellos son parte de una nueva época política post-Lula?Sí. El PT montó un sistema político excluyente de las demás fuerzas políticas que no fueran parte de su base aliada. Y montó un sistema de corrupción, donde tenían un proyecto de poder eterno. Eso fue produciendo anticuerpos. El PT montó un sistema para eternizarse en el poder. La corrupción en el Brasil siempre ha existido, pero nadie había montado un sistema de corrupción institucionalizado para un grupo de poder.

¿Alguna vez confió en el PT?No. Como líder político, nunca confié en Lula, pero como persona ética sí. Creía que era honrado.

¿Cuál es el futuro de Lula?Lula no muere. Es muy querido. Existe una idea masificada en el Brasil de que durante su gobierno nunca hemos estado tan bien.

Porque redujo la pobreza notablemente.Sí, Lula tiene ese capital gigantesco. Y es querido por el segmento pobre de la población. Sin embargo, no creo que se reelija.

¿Y cuál es el futuro de Brasil?Va a venir un periodo caótico, de inestabilidad política, durante el cual se van a tomar medidas de ajuste económico. Existe un sector empresarial que ya sabe cómo hacer alianzas con sectores políticos para que los políticos prioricen sus intereses. Entre quien entre, esto no se desarma. Lo bueno que tiene Brasil es una institucionalidad financiera de buena calidad. La institucionalidad política está hecha un desastre, pero el resto de las cosas está funcionando bien.

¿El Perú se verá salpicado por la corrupción brasileña?Sí. Odebrecht tendrá que hacer un acuerdo de cooperación y comenzará a contar todos los sistemas de coima que ha montado y va a tener que informar lo del Perú, los contratos que tuvo aquí. Lo de Odebrecht se conocerá en pocos meses. Lo que les compete a Camargo y Correa puede demorar un poco más.

AUTOFICHA■ "De formación soy físico y, actualmente, trabajo en el campo del planeamiento estratégico. Tengo tres libros publicados en este campo. He sido durante cinco años consecutivos profesor visitante en el MIT".

■ "Tengo 67 años y 43 años viviendo en el Perú. Trabajo con el Banco Interamericano y el Banco Mundial como consultor. Escribo artículos académicos y eventualmente en Perú21".

■ "Yo nunca he votado en mi vida en una elección política. Yo era de la oposición durante el periodo militar. Cuando el país se democratizó, siempre estuve enredado en alguna dificultad burocrática".