(GEC)
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Los peruanos somos comparativamente bien desconfiados. Así nos lo ha indicado el muchos años, y razones nos sobran. Con miras a las elecciones, lo que asusta es que un estudio en mayo de este año identifica que también somos los más vulnerables de la región respecto a las noticias falsas: 79% no las puede identificar, 58% no cuestiona o solo a veces lo que lee en redes y un 46% afirma no saber a qué se refieren. A siete meses de elecciones, necesitamos despabilina (o mejor algo más fuerte) ya, y a la vena.

Los procesos electorales nunca han sido ideales para informar al público sobre las implicancias de su voto, pero las redes sociales han redefinido el juego. Un centro especializado de la Universidad de Oxford señala que al año pasado ya había evidencia de manipulación organizada con noticias falsas en procesos electorales en 70 países (), en varios casos con más de una organización política utilizando las noticias falsas como arma de campaña.

El papel de las noticias falsas en el triunfo de Donald Trump en 2016 ha sido materia de muchos estudios: . La manipulación ha sido tan grosera que diversas instituciones norteamericanas han desarrollado proyectos para prepararse para las elecciones de 2020 y las propias redes sociales han tenido que tomar medidas y sufrido boicots. ¿Y para las elecciones de 2021 del Perú, qué tenemos?

La prohibición de publicidad en medios masivos hace más relevante el espacio digital, y la evidencia internacional enseña que puede ser muy oscuro y manipulador. El informe de Oxford alerta sobre todas las plataformas (), pero resalta que Facebook ha sido usada en 56 países por el alcance que tiene. WhatsApp es también riesgoso, porque desacreditar información falsa es muy trabajoso: requiere que alguien lo detecte, denuncie y que eso llegue a todos lo que vieron el mensaje inicial, lo que también ocurre con los muros privados de Facebook. Y para terminar de relajarnos, .

Además de todo el análisis sobre candidatos y reglas políticas, haríamos bien organizándonos para prevenir y defendernos de la cantidad de huaicos de noticias falsas que nos va a llegar con el verano. Una especie de fenómeno de El Niño, pero mucho más maloliente.

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