Rosío Torres fue expulsada de APP. (Congreso)
Rosío Torres fue expulsada de APP. (Congreso)

La última encuesta de Ipsos para Perú21 revela que la aprobación del Congreso sigue cuesta abajo en la rodada (10% en marzo, un punto menos que en febrero) y no tiene cómo levantar. En realidad, habría que vivir prácticamente en otro planeta para resultar sorprendido con tan ominosa cifra desaprobatoria.

Lo único que llama la atención es el curtido cinismo con que, por lo general, estos legisladores responden cuando se les pregunta sobre el tema. Un cinismo y una irresponsabilidad histórica que –con algunas honrosas excepciones, desde luego– es solo la prolongación de su práctica cotidiana dentro del hemiciclo.

El espectáculo al que la ciudadanía ha asistido en las últimas semanas habla por sí mismo. Blindajes descarados, lloriqueo de algunos porque fueron justamente suspendidos, dispendiosos gastos para remodelar oficinas, construir costosos estacionamientos, pasajes y viáticos para viajes nacionales e internacionales de dudosa justificación… O, lo último, la grave denuncia de que una congresista de APP, Rosío Torres, habría estado ‘mochando’ el sueldo a sus trabajadores y usando la cuenta de un sobrino suyo para recopilar esos “aportes”.

Ella lo niega, por supuesto, pero su partido ya anunció que será expulsada y, antes de ello, su entonces bancada tuvo el tino de retirarla de la Comisión de Ética, a la que, muy campante, ella pertenecía. La Procuraduría ya puso manos a la obra y, ciertamente, se debe investigar y sancionar.

Y aunque estamos hablando de inmoralidades flagrantes así como de cuestionables manejos del presupuesto que se les asigna como Poder Legislativo, son igual de vergonzosas sus acciones presuntamente fiscalizadoras. La reciente interpelación del ministro de Educación, por ejemplo, donde este se paseó con un pliego de preguntas fofo y plagado de generalidades, elaborado sin ningún rigor. Becerra logró zafar sin responder con claridad, por ejemplo, sobre la entrega de material educativo, tema que había eludido con inexactitudes hasta en dos oportunidades en las últimas semanas, y que –según se supo ayer– estos insumos, imprescindibles para los escolares de las 24 regiones del país, continuaba sin ser entregado en más del 60%. Es decir, otra mentira al descubierto.

Ante esta pobrísima realidad parlamentaria, la pregunta que debería hacerse el ciudadano desavisado es, más bien, quiénes son los marcianos que componen ese 10% que todavía aprueba el desempeño del Parlamento.

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