(Perú21)
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Una de las estridencias contra las que luchamos quienes buscamos objetividad en nuestro juicio es la reducción del espectro político a caricaturas ridículas que hacen imposible cualquier tipo de debate: que todos los derechistas son fascistas y que todos los izquierdistas son terroristas es una de esas categorizaciones maniqueas que entrampan las ideas y que impiden escuchar a quien dice lo que uno no quiere oír –esto último es esencial en una república civilizada–. Hay, sin embargo, situaciones que quiebran el brazo incluso del más tolerante.

Se puede decir sin dudar que el Frente Amplio ha embarrado esta semana la percepción que se tiene de la izquierda en el Perú. La condena al terrorismo de Sendero Luminoso y del MRTA tendría que ser uno de los pilares de cualquier movimiento político que pretenda participar en nuestra democracia. Y es, de hecho, parte del discurso de buena parte del espectro de la izquierda de nuestros días.

El Frente Amplio, no obstante, parece renunciar a dar cobijo a ciertas miserias, a ciertos actos sangrientos y a ciertos canallas que se escurren.

La congresista Foronda –que antes había firmado una misiva pidiendo la excarcelación de Víctor Polay– fue descubierta por un reportaje de Karina Novoa el último domingo en Panorama: no había tenido mejor idea que contratar a Nancy Madrid, sentenciada a 18 años de prisión por ser un mando del MRTA y administrar una de sus infames ‘cárceles populares’. Foronda le ha pagado un sueldo por dos años y medio a una mujer que pretendió destruir la libertad y que paradójicamente intentó secuestrar ese edificio donde Foronda trabaja.

Bueno fuera que la señora Foronda haya decidido utilizar su dinero para ayudar a su camarada a reinsertarse a la sociedad. Pero prefirió hacerlo con el dinero de todos los ciudadanos. Y Foronda no ha retrocedido: Madrid renunció por presión, pero su ex jefa sigue defendiéndola con bríos. El congresista Rogelio Tucto, de la misma bancada, propuso hace solo unas semanas la idea de indultar a Abimael Guzmán. Y tampoco retrocedió en su proclama. Se dedicó, más bien, el resto de la semana a repetir la salvajada en varios medios de comunicación.

El congresista Apaza sigue llamando a los terroristas “presos políticos” y evade condenar sus actos. Van tres, la bancada es de nueve. ¿Se imaginan qué pasaría si un fujimorista contratase en el Congreso a un miembro del Grupo Colina? Ya pues. Déjense de medias tintas, camaradas.

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