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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Difícil pensar que el gobierno de PPK vaya a cambiar su estilo y prioridades, por más que el país esté requiriendo un cambio. Menos mirarse al ombligo. Menos reflejos endogámicos, del estilo "no confío sino en mis amigos". Salvo una mayor actividad de la economía –superando los errores del MEF durante el primer año de gobierno–, es muy poco lo que se puede esperar. El nombramiento de las nuevas ministras es una muestra del continuismo. La única novedad es la designación de Ana María Choquehuanca en el Ministerio de la Mujer.

El fujimorismo, en cambio, puede enfrentar cambios importantes. No se sabe, para comenzar, hasta dónde llegará la pelea Alberto + Kenji versus Keiko. Esta pugna tiene un doble efecto: su repercusión interna –quién se hace de la mayoría de parlamentarios y del electorado– y su relación con el gobierno: ¿polarizar o dialogar, y hasta qué punto? Todo indica, eso sí, que a pesar de esto, el fujimorismo seguirá siendo la fuerza política más importante.

La izquierda está dividida, sin programa y sin identidad, y es probable que siga igual. La plataforma ambientalista y de derechos LGTB queda corta. Su influencia desde el Parlamento, salvo un cambio dramático, será marginal. AP seguirá siendo sobre todo y casi exclusivamente sus dos principales parlamentarios: Víctor Andrés García Belaunde y Yonhy Lescano.

El Apra está entrampado. Tiene voceros parlamentarios muy activos, pero el partido reclama renovación y AGP no permite que el juego se abra. La fuerza que más se parece al fujimorismo, APP, sí puede crecer y proyectarse. Se acercan las elecciones locales y regionales, y su protagonismo puede incrementarse.

Las individualidades, sin partido o en busca de uno, jugarán sus cartas sobre todo en las elecciones a la Alcaldía de Lima.