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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

En la última encuesta de Ipsos (12.6.2017), ante la pregunta: "¿Qué actitud cree que debería tomar el gobierno ante el Congreso?", las respuestas diseñan una polarización muy semejante a la de la segunda vuelta de junio del año pasado.

En términos generales, 48% de los encuestados se alinean con la posición del fujimorismo: sostienen que el Gobierno "debería buscar el diálogo con el Congreso permanentemente" (44%) o piensan que "debería hacer lo que el Congreso diga" (4%). Por el contrario, 49% se ubica en la margen opuesta: consideran que el gobierno "debería actuar con más firmeza frente al Congreso" (36%) u opinan que "debería cerrar el Congreso" (13%, que no es poco).

El ánimo más cercano al fujimorismo se mantiene sólido, pero su oposición sigue viva y es una fuerza equivalente; más aún, en una hipotética segunda vuelta, hoy el fujimorismo podría volver a perder. La opinión pública, si se toma como referencia su actitud frente a la relación Gobierno-Congreso, sigue poderosamente dividida: fujimorismo versus antifujimorismo. El fujimorismo preserva sus fuerzas, expresadas en la opinión favorable al papel protagónico del Congreso, pero no supera la polarización, no crea una nueva mayoría.

Esta no es, tampoco, una buena noticia para el Gobierno, porque PPK representa solo una minoría de ese sector no fujimorista, minoría que no ha tenido la capacidad de legitimar su gestión y su propuesta. Si el Gobierno inició su gestión preocupado por "destrabar la economía", ahora parece claro que su desafío principal es "destrabar la política". Es en la política donde está el meollo de sus problemas, que, sin duda, tienen varios orígenes. Durante este primer año, el Gobierno no ha sabido situarse frente al fujimorismo, primera y amplia mayoría en el Congreso. Ha dudado entre escuchar las voces proalianza o pactos con Fuerza Popular y aquellas que le sugieren, ante la opinión pública, tensar la soga todas las veces que sea necesario.