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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

El Perú urbano le hace sombra al Perú rural. Una sombra tan densa que lo desaparece del mapa: solo llegan a la capital del país noticias de la agroindustria, sobre todo de las regiones costeñas que producen para la exportación. De los más de 3 millones de personas ocupadas en la producción familiar agropecuaria no se dice nada. Para muchos representan el atraso, el Perú no moderno, que tantos quieren olvidar o desaparecer. No se reconoce su cambio permanente ni la riqueza de sus conexiones ni su vínculo con otros sectores laborales. Ni las ciencias sociales se preocupan de ellas. Incluso la izquierda les pone el foco solo cuando se ven involucradas en disputas, pero no a propósito de sus demandas agropecuarias, sino de sus protestas contra la minería u otra explotación extractiva.

Yendo contra la corriente, una reciente publicación, "Contribución de la agricultura familiar al sector agropecuario en el Perú", de Fernando Eguren y Miguel Pintado (Lima: Cepes, 2015), brinda información precisa y sorprendente. El 90% de las unidades agropecuarias del país son unidades familiares y constituyen el 83% de la PEA ocupada en el sector agropecuario. De los más de 12 mil millones de soles del valor de la producción agropecuaria, las unidades familiares representan el 86%, esto es, cerca de 11 mil millones de soles. Además, las unidades familiares son las principales productoras de alimentos para el mercado interno; se han convertido en el principal sector productor de café, principal producto agrícola de exportación; y tienen los mayores conocimientos acumulados para mitigar los efectos del cambio climático.

Inducir mejoras sustantivas en su productividad es importante y no resulta muy costoso. No obstante, algunos altos funcionarios siguen pensando que sería mejor despoblar la sierra, y que grandes inversiones se vayan para allá a crear un quimérico paraíso neoterrateniente o extractivo.