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Con la acusación que acaba de presentar el coordinador del equipo especial Lava Jato, Rafael Vela Barba, por el caso Ecoteva, los trámites de extradición del expresidente Alejandro Toledo y su esposa Eliane Karp recibirán un impulso que podría ser definitivo, pues será la segunda solicitud que se cursará a los Estados Unidos –la anterior fue por el caso Odebrecht– y esta vez no solo con fines de investigación, sino ya para que ambos sean enjuiciados.

Actualmente prófugo y pasando una vida no exenta de escándalos etílicos en California, Toledo y señora tendrán que responder también por el cargo de lavado de activos agravado, al haber intentado ocultar y licuar dineros ilícitos a través de la compra de inmuebles en el Perú, a nombre de la empresa offshore Ecoteva Consulting Group, cuya presidenta del directorio era nada menos que la madre de Eliane, Eva Fernenbug, también comprendida en la acusación, junto con otros conocidos personajes del entorno expresidencial, como “sujetos pasivos de imputación”, es decir, cómplices directos en la comisión del delito.

El caso Ecoteva vuelve a demostrar el protagonismo de la señora Karp, ya no como en sus años de primera dama, con aquellas famosas deflagraciones verbales –en eventos oficiales de alto nivel, simples cocteles institucionales o rociadas recepciones informales– contra quienes cuestionaban a su “cholo sano y sagrado”, sino como la operadora principal de los sobornos y demás negocios sucios del hombre de Cabana, durante y después de su paso por Palacio de Gobierno. Como ha declarado uno de los principales testigos, fue ella personalmente, por ejemplo, quien negoció la compra de la casa de Las Casuarinas, que a la postre permitiría revelar la trama de corrupción detrás de los 3.75 millones de dólares que ofreció al vendedor.

Lo cierto es que el cerco legal alrededor de este “cholo sano y sagrado” y su principal cómplice se va estrechando. De la solidez del caso que preparen en el Ministerio Público y la Cancillería dependerá la celeridad con que el país los tenga de vuelta, otra vez juntos ante cámaras, pero esta vez en el banquillo de los acusados.