Sandro Venturo: Retrato de la primera dama
Sandro Venturo: Retrato de la primera dama

Redacción PERÚ21

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Sociólogo y Comunicador

Era una chibola en las elecciones de 2006 y estaba claro que era la compañera del comandante. En las últimas elecciones nos dimos cuenta que era algo más, que era la socia de un proyecto político familiar. Cada vez que Ollanta era entrevistado, Nadine estaba en la esquina del cuadrilátero, dándole indicaciones, repasando los mensajes claves.

Cuando los nacionalistas pasaron a la segunda vuelta, me sorprendió la flexibilidad con la que enfrentaron la situación, recibiendo el desesperado respaldo de "los garantes", abandonando su discurso estatista por el de la hoja de ruta. Ahora podemos deducir que no fue Humala el poseedor de esa habilidad táctica sino ella, atenta a su instinto combativo y a los consejos de sus asesores cariocas. No es casual por eso que haya generado un amable entusiasmo, una especie de agradecimiento por la cordura que le imprimía a un presidente que había sido emparentado con el chavismo.

Al inicio del gobierno su carisma fue crucial para mantener e incrementar la popularidad del opaco mandatario. Ella fue la portadora de la visión social de un gobierno social. Durante los primeros meses se desveló que, en realidad, ella era algo más que una socia: era la directora técnica de un pequeño equipo donde el capitán tenía un papel protocolar. O eso parecía.Cuando había una crisis mediática o institucional los interlocutores políticos y privados, civiles y periodísticos, supieron que había que despachar con ella.

La primera dama había dejado de serlo para convertirse en la coordinadora de un gobierno sin aliados orgánicos, aunque rodeado de muchos interesados. De pronto, el partido era su partido; los ministros, sus ministros; el gobierno, su gobierno. De allí que prendiera tan rápido la chapa de la "pareja presidencial"; de allí que a menos de un año de las elecciones sea ella la piñata a la que la oposición dispara sin descanso ni reparos.

Hoy Nadine Heredia está contra las cuerdas y con ella se debilita más un gobierno peleado con todos, hasta con sus propios partidarios. ¿Qué viene ahora? Dos asuntos realmente críticos para ella y sus huestes. La primera, clarificar todas las acusaciones de corrupción que han superado en gravedad las primeras descalificaciones de su frivolidad. Lo de las agendas no es poca cosa. La segunda, y no menos grave, deslindar las futuras acusaciones de usurpación de funciones. La pareja presidencial la tendrá difícil desde julio de 2016 pues está claro que los viejos zorros de la política se la van a cobrar y con intereses.