La ominosa cifra de más de 18,000 detenidos –casi 2,500 de ellos arrestados solo el martes– por violar las restricciones del aislamiento social obligatorio impuesto por el gobierno es, en verdad, preocupante. ¿Cómo puede haber, a estas alturas de la pandemia, tanta desconsideración e imprudencia?

Entendemos que haya quienes necesitan ganarse el sustento aun poniendo en riesgo su vida y la de los que los rodean, o que haya personas cuya educación no les permita entender el alcance de las disposiciones de cuarentena y toque de queda, pero la mayoría fue detenida, sobre todo, por necedad, por inconsciencia y quién sabe si por esa obcecada y mal entendida ‘viveza criolla’ de desafiar o tomarse a la ligera la emergencia nacional y no querer entender la razón del quédate en tu casa.

Una vez que son intervenidos, las fuerzas de seguridad llevan a todos estos sujetos a una comisaría donde quedan confinados por 24 horas y de ahí los mandan a su casa. Se sabe que el Gobierno, una vez terminada la emergencia, les abrirá procesos ante la justicia. Será el Ministerio Público la institución que se encargue de formular las acusaciones. En estos casos las sanciones podrían ser de hasta tres años de cárcel y, además de la pena privativa de la libertad, deberían pagar hasta 180 días de multa. Y si hubiera resistencia y desobediencia a la autoridad, la sanción llegaría hasta los ocho años de prisión.

Sin embargo, es tiempo también de hacer sentir a la sociedad en su conjunto y a estos sujetos que su desacato a la ley tiene consecuencias ejemplares. Con tanto que hay por trabajar y cuidar en nuestro país, estas personas que contravienen las disposiciones vigentes sin otra justificación que su propio e inconcebible egoísmo, cuando pase la emergencia sanitaria, deberían cumplir labores en beneficio del mismo distrito en el que viven.

No es posible que la gran mayoría de la población tenga que sufrir las consecuencias de una amenaza que puede ser letal por culpa de una serie de irresponsables. Si nos atenemos a las imágenes que se vienen difundiendo desde distintos puntos de Lima, que bien sabemos que es el centro neurálgico del COVID-19 en nuestro país, con gente bebiendo alegremente, bailando en fiestas o hasta desafiando a la autoridad y al virus jugando fulbito en horas del toque de queda, pues la sociedad tiene todo el derecho de exigir sanción ejemplar para estos individuos

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