(GEC)
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Una exposición del economista Hugo Santa María, socio de Apoyo Consultoría, durante el reciente Simposio del Oro, Plata y Cobre, graficó, a través de dos sencillas, pero certeras pinceladas, la magnitud de la incidencia de este sector en la economía nacional y el bienestar de la gente: en los diez últimos años la minería financió obras por impuestos por 3,000 millones de soles y, agregó, el 20% del presupuesto de los gobiernos regionales es producto de la actividad minera en el país.

Un día antes, el presidente del evento, Augusto Palma, había manifestado que si el Perú ponía en ejecución la cartera minera que actualmente existe, se podrían generar más de dos millones de nuevos empleos formales y que esta actividad generaría casi de inmediato 350,000 millones de soles más para el Estado.

Sin embargo, nada de esto pareciera interesarle al Gobierno. Un desdén a todas luces incomprensible si se tiene en cuenta la cantidad de dinero que se necesita para los bonos de apoyo social y las obras públicas.

Durante la semana, el gobernador regional de Apurímac tuvo que recriminar acremente al presidente Pedro Castillo por la inacción de su primer ministro, Aníbal Torres, que, entre falta de tino y la desidia, no logra encontrar una salida que vuelva a poner en marcha la mina Las Bambas, una parálisis que está generando enormes pérdidas para la región y perjuicios ya tangibles para sus habitantes.

En ese sentido, el anunciado “canon del pueblo” que busca distribuir directamente el 40% del canon minero y/o gasífero en las zonas de influencia de las operaciones, será, al decir de los especialistas, de muy poca ayuda, pues el problema no es el dinero que reciben las poblaciones, sino la ineficiencia con que lo administran y gastan sus autoridades.

El resobado populismo cortoplacista, con que el Gobierno y sectores del Congreso suelen responder al descontento, cosechará todavía algunos tibios aplausos, pero no resolverá nada ni para la minería ni para el país ni para las poblaciones involucradas.

Lo inadmisible es que una operación tan valiosa, con tanto impacto en la economía peruana, como es la de Las Bambas, siga confinada en el purgatorio de los conflictos irresueltos.


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