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Redacción PERÚ21

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Juan José Garrido,La opinión del directordirector@peru21.com

Pues, pasado el tiempo, mucha razón contuvo aquél cálculo. Que hoy no sea preciso, es otra cosa. Efectivamente, si hacia un área no transitará Ollanta Humala será aquella del chavismo. Chapeau. Personalmente, jamás imaginé tamaña elasticidad y pragmatismo. Y si es cierto que el actual régimen se sostiene en pilares comunes al chavista (militarismo, gasto social, ruptura con la partidocracia tradicional, entre otras), el tránsito al continuismo –si se diera– no será en compañía de aquél régimen. La ruptura fue, efectivamente, previa al deceso del megalómano Chávez.

Y si estamos en estas reflexiones, pues aprovechemos para destacar la consecuencia del periodista y escritor hacia con sus ideales y creencias. Porque podrá gustarles o no, pero al pan, pan y al vino, pues ya saben, vino.

Cuando en el verano del 2001 Alejandro Toledo era prácticamente ungido con la banda presidencial, Álvaro Vargas Llosa rompió con el grupo denunciando el intento por copar ciertos medios de comunicación. Su silencio, si lo hubiera contemplado, habría significado una gran cuota de poder. No obstante, optó por abrirse de la candidatura, a costa del ostracismo.

Hoy (ya no nos sorprende) sucede lo mismo. Frente a los juegos de continuismo y secretismo presidencial, pues ha optado por salir al frente y defender sus principios, que son también los nuestros, y enhorabuena. La consecuencia es una rara virtud por estos lares, y siempre hay que destacarla. Lástima que el gobierno y otros políticos no lo consideren así.